Oraciones a Nuestra Señora de Luján

Advocación Mariana de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina.

Oración a Nuestra Señora de Luján

¡Oh Inmaculada Virgen María!
Que habéis querido ser venerada por los fieles bajo el título de Nuestra Señora de Luján, manifestando en la imagen que os está dedicada en aquel pueblo, vuestro poder, vuestro amor y vuestra gloria; tened compasión de nosotros y líbranos de tantos males como nos rodean.

Haced que reine en las familias el espíritu religioso de nuestros mayores; conservad a la mujer cristiana en la práctica santa de la religión; preservad a la niñez y a la juventud de los peligros del vicio; iluminad a los que gobiernan.
Apartad de nosotros toda peste; fecundad con lluvias oportunas nuestros campos; bendecid sus frutos, haciéndolos saludables.

Convertid, Virgen piadosísima, a los pecadores, que atraen sobre las naciones los castigos del cielo.

Escuchad ¡Oh Madre de Clemencia!, el amor que de toda la República llega hasta vuestro glorioso Santuario y colmadnos a todos de vuestras maternales bendiciones.

Amén.

Oración a la Virgen de Luján

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí… Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos…

Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.

Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.

Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.

Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA, CANTA Y CAMINA!

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