Historia de Nuestra Señora de los Ángeles
Advocación Mariana de Costa Rica, es la patrona de dicha nación, su culto se ha extendido por todo el continente en los últimos siglos.
Juana Pereira Encuentra a Nuestra Señora
La historia de esta devoción se remonta al siglo XVII, y está vinculada a un acontecimiento milagroso que se considera el origen de su culto.
La tradición cuenta que, el 2 de agosto del año 1635, en la provincia de Cartago, Costa Rica, una humilde mujer indígena llamada Juana Pereira caminaba por un sendero cuando encontró una pequeña imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, cerca de un arroyo llamado «Los Pardos«. Sorprendida por el hallazgo, Juana llevó la imagen a su hogar y la colocó en un pequeño altar improvisado, donde comenzó a orar y rendirle homenaje.
Días después, la imagen había desaparecido misteriosamente del altar de Juana. Sin embargo, al poco tiempo, la encontró nuevamente en el mismo lugar donde la había hallado por primera vez. Este suceso se repitió en varias ocasiones, lo que llevó a Juana a creer que la Virgen deseaba quedarse en aquel lugar específico.
La noticia del hallazgo se difundió rápidamente entre la población local, y pronto muchas personas comenzaron a acudir al lugar para orar y rendirle homenaje a la Virgen. Con el tiempo, se construyó una pequeña capilla para albergar la imagen, que se convirtió en un centro de devoción y peregrinación.
La «Negrita», como la llaman los costarricenses, fue coronada solemnemente el 25 de abril de 1926. Cada año, el 2 de agosto, miles de fieles acuden en peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago para celebrar su festividad.
Crecimiento de la Advocación
La imagen de Nuestra Señora de los Ángeles es representada como una pequeña estatuilla de madera tallada de unos 20 centímetros de altura. Se le muestra sentada con el Niño Jesús en brazos y vestida con túnicas blancas y mantos azules. La Virgen es venerada como «La Negrita» debido a que la madera de la imagen se ha oscurecido con el tiempo debido a la devoción y el humo de las velas encendidas por los fieles.
La devoción a Nuestra Señora de los Ángeles ha trascendido las fronteras de Costa Rica, y su festividad también se celebra en otros países de América Latina y en comunidades costarricenses en el extranjero. Es un símbolo de fe, esperanza y protección para quienes la veneran, y su santuario en Cartago es un lugar de encuentro espiritual y gracia para los peregrinos que buscan la intercesión y el consuelo de la Madre de Dios.
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