Biografía de San Juan de Licópolis – 17 de octubre

Gran santo de Egipto que pasó la mayor parte de su vida orando en el desierto.

Historia de San Juan de Licópolis

San Juan, cuyo lugar de nacimiento se encuentra en la actualidad en Asiut, Egipto, llegó a este mundo a principios del siglo IV. A lo largo de su vida, se centró en la oración y la penitencia en la región conocida como Tebaida. La información sobre sus antecedentes sugiere que provino de una familia de escasos recursos económicos y, en su juventud, desempeñó el oficio de carpintero.

Desde temprana edad, Juan sintió un llamado a la vida solitaria en el desierto y buscó refugio bajo la tutela de un santo monje. Este mentor lo orientó en los caminos de la imitación de Jesucristo y lo guio en su vida de retiro. En un acto de obediencia singular, su maestro le encomendó la tarea de regar una rama de árbol seca y marchita que él mismo había plantado en la tierra. A pesar de la singularidad y la dificultad de esta tarea, Juan demostró su voluntad y devoción y cumplió la tarea a pesar de las adversidades. Esta prueba le sirvió como lección de mortificación y consolidó su compromiso con la obediencia.

La vida de Juan en el desierto se caracterizó por una dieta de hierbas y raíces, una ingesta abundante de agua, un sueño escaso y una vida de oración profunda. A pesar de la dureza de sus condiciones de vida, conservó su buen humor y se destacó por su disposición a ayudar a los demás, su habla parca y sus sabias palabras que siempre apuntaban a enseñar sobre Cristo. Los informes describen a Juan como barbudo, con una figura esbelta y huesuda, una apariencia que concordaba con su estilo de vida de ayuno y su exposición constante al sol y al aire libre del desierto.

Santo Profeta, Evangelizador y Director Espiritual

Con el tiempo, la reputación de Juan como hombre santo atrajo a aquellos que buscaban su consejo y ayuda, lo que llevó a que personas de diferentes lugares se acercaran para rezar junto a él y aprender sobre Dios. Algunos buscaban solución a problemas personales, mientras que otros buscaban mediación en disputas familiares y asuntos conflictivos entre clanes y familias. Incluso militares acudieron a él para discutir sus preocupaciones relacionadas con la inminente amenaza de invasiones bárbaras. Las profecías de Juan se cumplieron con victorias exitosas en más de una ocasión. Incluso el emperador Teodosio envió una delegación para consultar sobre asuntos políticos y militares de gran importancia. Juan nunca permitió que las mujeres se acercaran a su celda, manteniendo un estricto distanciamiento.

A pesar de su modesta morada en el desierto, monjes notables como Evagrio del Ponto y su discípulo Paladio del monasterio en el desierto de Nitria lo visitaron. En una de estas visitas, Juan profetizó la elección de Paladio como obispo y las dificultades que enfrentaría. Incluso Alipio, el gobernador de Tebaida, hizo una visita a Juan.

Fallecimiento y Legado de San Juan de Licópolis

La vida de Juan en el desierto se extendió hasta su fallecimiento en el año 394, después de haber pasado 75 años en ese entorno.

Es importante señalar que no dejó ningún escrito conocido. Sin embargo, las personas que tuvieron la oportunidad de conocerlo quedaron profundamente impresionadas por su vida y conmovidas por sus palabras, lo que contribuyó a su creciente reputación. Juan compartía historias de otros ermitaños tentados por la imaginación y la sensualidad, pero también narraba historias de aquellos que encontraron la redención a través del arrepentimiento, lo que refleja su extensa experiencia en el desierto.

El fresco pintado por Pietro Lorenzetti en el camposanto de Pisa, que muestra a una mujer de apariencia enigmática mirando fijamente al monje barbudo que sostiene su mano, podría ser una representación artística de las tentaciones que, como cualquier ser humano, Juan tuvo que superar. Esto lo humaniza, al igual que a otros ermitaños, acercándolos a la realidad cotidiana de los pecadores y resaltando el camino del arrepentimiento que todos pueden seguir.

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