Biografía de San José – 19 de marzo

Es el santo más grande de la Iglesia ya que fue el esposo casto de la Virgen María y Padre adoptivo de nuestro Señor Jesucristo.

Historia de San José

Lo que sabemos de San José los conocemos por los datos históricos que San Mateo y San Lucas nos narran en sus evangelios. Su más grande honor es que Dios le confió sus dos más preciosos tesoros: Jesús y María. San Mateo nos dice que era descendiente de la familia de David.

Las tradiciones antiguas apuntan que el 19 de marzo sucedió la muerte de nuestro santo y el paso de su alma de la tierra al cielo.

Santo Patrono de Grandes Santos

Los santos que más han propagado la devoción a San José han sido: San Vicente Ferrer, Santa Brígida, San Bernardino de Siena y San Francisco de Sales, que predicó muchas veces recomendando la devoción al santo Patriarca. Pero, sobre todo, la que más propagó su devoción fue Santa Teresa, que fue curada por él de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada, enfermedad que ya era considerada incurable. Le rezó con tanta fe a San José que obtuvo de manera maravillosa su solicitada curación. Desde entonces, esta santa ya no dejó nunca de recomendar a las gentes que se encomendaran a él. Y repetía: «Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo».

Cerca del final de su vida, la mística fundadora decía: «Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir«. Todos los conventos que fundó Santa Teresa los colocó por patrono a San José.

San José en el Evangelio Según San Mateo

San Mateo nos narra en su evangelio que San José se había comprometido en ceremonia pública a casarse con la Virgen María. Pero que luego al darse cuenta de que Ella estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos los dos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla como infiel, que era lo común en aquella época, decidió mejor abandonarla en secreto e irse a otro pueblo a vivir. En el evangelio dice que su determinación de no denunciarla, se debió a que «José era un hombre justo», un verdadero santo. Este es un enorme elogio que le hace la Sagrada Escritura. En la Biblia, «ser justo» es de las mejores formas que puede haber para referirse a un buen hombre.

Las Visiones en Sueños de San José

San José tuvo unos sueños muy impresionantes, en los cuales recibió importantes mensajes del cielo.

En su primer sueño, mientras estaba en Nazaret, un ángel le contó que el hijo que iba a tener María era obra del Espíritu Santo y que podía casarse tranquilamente con Ella, que era totalmente fiel. Tranquilizando con ese mensaje, José celebró sus bodas. La leyenda cuenta que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los 12, he aquí que el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Esta es la razón por la que a San José lo pintan con un bastón florecido en su mano.

El segundo sueño ocurrió mientras estaba en Belén, un ángel le comunicó que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarlo, y que debía salir huyendo a Egipto. José se levantó a medianoche y con María y el Niño se fue hacia Egipto.

En su tercer sueño en Egipto, el ángel le comunicó que ya había muerto Herodes y que podían volver tranquilamente a Israel. Entonces José, su esposa y el Niño volvieron a Nazaret.

Los Cinco Dolores de San José

La Iglesia Católica venera mucho los cinco grandes dolores o penas que tuvo este santo, pero a cada dolor o sufrimiento le corresponde una inmensa alegría que Nuestro Señor le envió.

El primer dolor: Ver nacer al Niño Jesús en un sitio muy pobre en Belén, y no lograr conseguir ni siquiera una casita pobre para el nacimiento. A este dolor correspondió la alegría de ver y oír a los ángeles pastores llegar a adorar al Divino Niño, y luego recibir la visita de los Magos de oriente con oro, incienso y mirra.

El segundo dolor: El día de la Presentación del Niño en el Templo, al oír al profeta Simeón anunciar que Jesús sería causa de división y que muchos irían en su contra y que, por esa causa, un puñal de dolor atravesaría el corazón de María. A este sufrimiento correspondió la alegría de oír al profeta anunciar que Jesús sería la luz que iluminaría a todas las naciones, y la gloria del pueblo de Israel.

El tercer dolor: La huida a Egipto. Tener que huir por entre el desierto, con una temperatura de hasta 40 grados, sin sombra ni agua y con el Niño recién nacido. A este sufrimiento le correspondió la alegría de ser muy bien recibido por sus paisanos en Egipto y el gozo de ver crecer tan santo y hermoso al Divino Niño.

El cuarto dolor: La pérdida del Niño Jesús en el Templo y la angustia de estar buscándolo por tres días consecutivos. A este sufrimiento le siguió la alegría de encontrarlo sano y salvo y de tenerlo en su casa hasta los 30 años y verlo crecer en edad, sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.

El quinto dolor: La separación de Jesús y de María al llegarle la hora de morir. Pero a este sufrimiento le siguió la alegría, la paz y el consuelo de morir acompañado de los dos seres más santos de la tierra. Por eso invocamos a San José como Patrono de la Buena Muerte, porque tuvo la muerte más dichosa que un ser humano pueda desear: acompañado y consolado por Jesús y María.

Santo Patrono de la Iglesia Católica

Es un caso particular y especial en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. No es que haya sido uno de esos seres que no hablaban nada, pero seguramente fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: «Sean pocas tus palabras». Quizás Dios ha permitido que de tan grande amigo del Señor no se conserve ni una sola palabra, para enseñarnos a amar también nosotros en silencio.

Algo interesante ocurrió Desde que el Papa Pío Nono declaró en 1870 a San José como Patrono Universal de la Iglesia, ya que, desde entonces, todos los Pontífices que ha tenido la Iglesia Católica desde esa fecha, han sido santos.

Santa Teresa repetía: «Parece que Jesucristo quiere demostrar que, así como San José lo trató tan sumamente bien a Él en esta tierra, Él le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca«.

«Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad».

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