Biografía de San Adriano de Nicomedia – 8 de septiembre
También conocido como San Adrián en algunas partes de Europa, fue un mártir romano que se convirtió al ver el sufrimiento por el que pasaban otros católicos y que aún así no dudaro de su fe en Cristo.
Historia de San Adriano de Nicomedia
Es ya muy bien sabido que la persecución a los cristianos por parte de los romanos duró varios siglos y que, uno de los mayores perseguidores y sanguinarios de los emperadores romanos fue Diocleciano, quien fue emperador a finales del siglo III e inicios del siglo IV. Muchos de todos esos mártires los recordamos hoy en día, hay muchos que ni sus nombres sabemos, pero hay información acerca de la muerte de muchos, en ambos casos tenemos a San Adriano y a todos los que fallecieron junto con él, de los que desconocemos más datos.
De Oficial Perseguidor a Ser Perseguido
La tumba de Adriano ha sido venerada desde la época de los primeros cristianos de Constantinopla, luego de la muerte del santo en el año 306. Hay registros que nos dan algunos detalles de que fue lo que le sucedió a tan valeroso hombre. Según se cuenta, era un oficial de la guardia del emperador Galerio, quien fue elegido como emperador por Diocleciano cuando instauró la tetrarquía en Roma, la que dividía el imperio para ser gobernada por varios emperadores.
Adriano presenció un día la muerte de 22 cristianos en Nicomedia. Adriano quedó impresionado de como torturaron a aquellas 22 personas y ninguno dudó de su fe en ningún momento, por lo que se convirtió al cristianismo, por lo que poco después fue capturado y encarcelado junto a otros cristianos. Adriano estaba casado con una mujer llamada Natalia, quién se había convertido al cristianismo, pero lo mantenía en secreto para no ser capturada. Aquella mujer fue el consuelo para Adriano quien lo iba a atender y a animar a su celda y los demás cristianos.
Muerte de San Adriano
Pero como era de esperarse, llegó el día en donde fueron sacados del calabozo para ser torturados y asesinados públicamente por seguir su fe Cristiana. A todos aquellos cristianos y a Adriano les quebraron los huesos de las extremidades para luego ser lanzados al fuego hasta morir. Natalia tomó los restos de su esposo y los llevó a Constantinopla, donde fue encontrada su tumba posteriormente.
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