Novena a Santo Tomás Moro

Esta novena especial es para pedir la intercesión especial del santo Tomás Moro.

La puedes rezar en cualquier momento del año, pero lo recomendable es comenzarla el 13 de junio para culminarla un día antes del día de Santo Tomás Moro que es el día 22 del mismo mes.

Oración Inicial

V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre, gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo

R. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Señor, tú que has querido que el martirio sea el supremo testimonio de la fe, concédenos, por la intercesión de Santo Tomás Moro, lucidez y coraje al servicio de la Verdad, para ratificar con nuestra vida la fe que profesamos con nuestros labios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Primer día, novena a Santo Tomás Moro

Tomás nació el 7 de febrero de 1478 en Londres. Sus papás se llamaban Juan y Agnes. Tenía una hermana mayor y cuatro hermanos menores. Su mamá murió cuando Tomás era pequeño, en cambio su papá vivió hasta que Tomás alcanzó los 50 años. Se cuenta que ya siendo Lord-Canciller, con más de 50 años, seguía arrodillándose delante de su padre para recibir su bendición.

No se sabe si su familia pertenecía a la nobleza, pero sí es cierto que como bautizado pertenecía a la más alta nobleza: la de hijo de Dios.

Señor Dios, te damos gracias a Dios por todos los bienes recibidos, especialmente por la Gracia del Bautismo que nos ha convertido en hijos de Dios.

Segundo día, novena a Santo Tomás Moro

Tomás asistió a la escuela de Londres donde adquirió los conocimientos de latín, del que se sirvió toda su vida. Fue paje del Cardenal Morton quién dijo de él: “Alguno ha de ver que este niño que sirve a mi mesa, llegará a ser un hombre extraordinario”. A los 14 años ingresó en la Universidad de Oxford, donde aprendió griego. Su padre, deseoso de evitarle distracciones peligrosas le enviaba dinero sólo para lo necesario, cosa que Moro agradeció más tarde. Durante este tiempo se dedicó al estudio y al Arte, en un ambiente de esfuerzo y privaciones pero también de alegre compañerismo.

Su amigo Erasmo dijo de él: “Parece haber nacido e ideado para la amistad, y es un amigo muy fiel y paciente. Cuando encuentra alguien sincero y según su corazón, se complace tanto en su compañía y conversación que pone en él todo el encanto de la vida. En una palabra, si quieres un perfecto modelo de amistad, no lo encontrarás en nadie mejor que en Moro “.

Señor Dios, te rogamos para que nuestro colegio sea un lugar donde convivan el estudio laborioso con la alegría y la amistad; a fin de que produzca entre tus hijos frutos de santidad.

Tercer día, novena a Santo Tomás Moro

Ya adulto Tomás ingresa a la Cartuja, a fin de ver si Dios le llama a ser religioso, pero comprende que no es esa su vocación. Entonces se casa con Juana y 4 niños vienen pronto a alegrar su hogar (3 mujeres y 1 varón). Poco después su esposa muere, Tomás ve su casa desordenada y entristecida y sus 4 pequeños sin mamá. Entonces resuelve casarse con Alicia, viuda también y madre de una niña. La casa de Moro es un pequeño mundo, en el que se ejercen las ciencias, se come, se estudia, se trabaja y se reza en común.

Un amigo recuerda así el hogar de Tomás: Moro se ha hecho construir sobre la ribera del río Támesis, no lejos de Londres, una casa de campo que es espaciosa y adecuada, sin ser lujosa. Allí vive feliz con su familia, consistente en su mujer, su hijo y nuera, tres hijas con sus maridos y ya once nietos. Sería difícil encontrar un hombre más aficionado a los niños. No hay animosidades: no se oyen palabras agrias, no se ve a nadie desocupado. Además no es con severidad o enojo que Moro mantiene en su casa esta feliz disciplina, sino con suavidad y bondad. Todos se ocupan en sus quehaceres pero la diligencia no impide la diversión”.

Valora la vida familiar y la antepone aún a sus propios gustos (como la lectura) ya que dice que no quiere ser: “un extraño en su propia casa”.

Señor Dios, te pedimos por nuestras familias para que Tu Amor sea la roca donde se apoye el amor de los esposos entre sí y hacia sus hijos.

Cuarto día, novena a Santo Tomás Moro

Tomás ejerció su profesión de abogado y juez. Luego entró en el Concejo Real y finalmente fue nombrado Canciller. Según sus propias palabras: “en toda la sucesión de altos cargos y honores se comportó de manera tal que su noble señor nada tuvo que objetar a su servicio. Ni la nobleza le odió ni se hizo antipático al pueblo. Preocupación causó sólo a ladrones, asesinos y herejes”.

Participó de la vida política de su tiempo, conciente de su deber ya que pensaba que: “Si las malas opiniones no pueden ser arrancadas de raíz y no se curan los vicios de acuerdo con nuestros deseos, no debemos sin embargo, abandonar el barco en medio de la tempestad porque no podamos dirigir los vientos. Pero habremos de manejar las cosas diestramente de modo que, si no llegamos a hacer que todo ande bien, hagamos porque todo vaya lo menos mal posible”.

Señor Dios, te pedimos por Nuestra Patria, para que sus gobernantes busquen el bien común y sus habitantes no consientan que se dicten leyes contrarias a los mandamientos de Dios.

Quinto día, novena a Santo Tomás Moro

Frente al Rey o a los Obispos, sus afectos eran ordenados, y la devoción al Papa, o mejor, la fidelidad a Dios en su Vicario, era el amor primero, hasta las últimas consecuencias. Y así, después de una brillante carrera, tanto política como literaria, bajo el patrocinio del mismo soberano, enfrentó la encrucijada y se arriesgó a perder hasta la vida en lugar de suscribir el Acta de Supremacía, que cuestionaba la autoridad del Papa y hacía de Enrique VIII cabeza de la Iglesia de Inglaterra, prefirió, y así lo dijo, “no exponer el alma al peligro de eterna condenación.”

Señor Dios, concédenos que sepamos amar como buenos hijos a la Santa Iglesia y al Papa y que aceptemos con docilidad sus enseñanzas. Danos la gracia de vivir y morir dentro de la Iglesia Católica.

Sexto día, novena a Santo Tomás Moro

Tomás practicó la caridad de pensamiento y de obra. Alquiló una casa para los enfermos y él en persona se ocupaba de dirigirla y socorrer a los pobres. Con frecuencia defendía gratuitamente, como abogado, a huérfanos y viudas.

Su caridad no se limita a dar limosna, una carta nos deja testimonio de su caridad cristiana: “No guardes rencor o mala voluntad a ningún hombre viviente. Porque ese hombre es o bueno o malo; si bueno, y yo le odio, entonces yo soy malo; si malo, o se corregirá y morirá bueno, e irá a Dios, o vivirá malo, y morirá malo e irá al infierno. Si él se salva, y yo también me salvo, como lo espero, no dejará él de amarme y yo entonces he de amarle. Y ¿por qué he de odiar yo ahora a quien después he de amar? Y ¿por qué he de ser yo enemigo de aquél por quién sentiré, cuando llegue la hora, eterna amistad? Pero si, al contrario, continúa malo y se condena, habrá después tan atroz, eterno dolor para él, que sería yo cruel si no sintiera más bien compasión por su desgracia que animosidad por su persona”.

Señor Dios, concédenos los bienes necesarios para servirte, especialmente te pedimos por la salud y libertad de los pueblos, por el fin de la pandemia del coronavirus y del confinamiento, por las personas que se han quedado sin trabajo, por los que padecen hambre, frío, soledad.

Séptimo día, novena a Santo Tomás Moro

Nada más sonriente, natural y luminoso que la espiritualidad de Santo Tomás. Hacía sacrificios y ayunos pero no por eso dejaba de ser alegre y amable.

Vio el lado humorístico de todo, hasta en el martirio. Cuando estaba en la cárcel, un cortesano vino a convencerlo para que cambiara de opinión. Moro lo escuchó mucho tiempo y luego meditó en silencio y le contestó: He cambiado de opinión. El otro se puso orgulloso. Pero luego agregó: Pensaba afeitarme la barba para el momento de la ejecución… y ahora he resuelto dejármela. Y ya frente al verdugo, al poner la cabeza sobre el bloque aparta su barba para que no la cortaran diciendo: Ésta, al menos, no cometió nunca traición.

Señor Dios, danos la gracia de imitar a Santo Tomás conservando en todas las circunstancias la alegría y el buen humor.

Octavo día, novena a Santo Tomás Moro

Llegado frente a los comisionados que lo juzgan, después de leer el acta, declara que no es su propósito señalar ninguna falta ni condenar la conciencia de ningún otro hombre, pero que su conciencia no le permite prestar juramento.

No se trataba ya de su defensa propia, sino de la defensa de la Fe; el momento había llegado para hablar, y para hablar claro, y ante ese grupo de bribones o de cobardes, ante esas conciencias acalambradas de esclavos, la voz vibrante de un hombre de honor expone la verdad: “El Parlamento de Inglaterra no puede dar al Rey una preeminencia espiritual; o gobierno supremo de la Iglesia; no puede dictar una ley para la Iglesia sin el consentimiento de la Cristiandad”.

“El celo de tu casa me devora…” y el celo de la casa Dios devoró a Santo Tomás y le acarreó terribles enemigos, enemigos que lo llevaron a la cárcel y a la muerte.

Señor Dios, concédenos el valor de reconocerte delante de los hombres y la gracia de obrar según el dictado de nuestra conciencia, cueste lo que cueste.

Noveno día, novena a Santo Tomás Moro

Ya conocedor de que era condenado a muerte dice a sus jueces: “Nada más que una cosa tengo que agregar, y es que así como el bendito Apóstol Pablo fue actor y espectador en la muerte de San Esteban, cuidando de la ropa de aquéllos que lo lapidaban y, a pesar de esto, son ahora ambos santos en el Cielo, donde conservarán siempre eterna amistad; así espero yo, y ruego fervorosamente porque aunque vuestras señorías me hayan condenado en la tierra, vosotros y yo nos encontremos alegremente en el Cielo, para nuestra eterna salvación.

Desde la cárcel le escribe a su hija: Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor. Y gracias doy al Señor, Margarita, pues desde que estoy acá, temo a la muerte menos, de día en día. Porque, aunque un hombre pierda algunos de sus años en este mundo, es más que una gran recompensa el que llegue antes al Cielo”.

Testigo feliz, en su Esperanza, entrega su cabeza agradeciendo al verdugo que “lo enviaba al Cielo”.

– Usted parece muy seguro de eso, sir Tomas – le insinuó en tono agrio uno de sus enemigos.

– Dios, no rechazará a uno que va tan contento a su encuentro….

Señor Dios, concédenos la gracia de la perseverancia final, que después de muerte vayamos al cielo a gozar de Tu Presencia en compañía de la Santísima Virgen, San José, Santo Tomás Moro, nuestros seres queridos y todos los santos.

Oración Final

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglios de los siglios, Amén.

Santo Tomás Moro, ruega por nosotros.

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