María Auxiliadora – 24 de mayo

Esta es una de las Advocaciones marianas más antiguas de todo el mundo y una de las más grandes.

Los Primeros Siglos del Cristianismo

Desde la antigüedad los primeros cristianos de la Iglesia en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en griego se dice con la palabra «Boetéia», que significa «La que trae auxilios venidos del cielo«.

San Juan Crisóstomo quien nació en el año 345 y logró convertirse en Arzobispo de constantinopla, la llama «Auxilio potentísimo» de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).

En el año 476 el gran orador Proclo decía: «La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto». San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen «Auxiliadora de los que sufren» y narra el hecho de un enfermo muy grave que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó al instante la salud y que aquella imagen de la «Auxiliadora de los enfermos» se volvió muy popular entre las personas contemporáneas del santo. El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María «Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles» e insiste en que recemos para que Ella sea también «Auxiliadora de los que gobiernan» y así cumplamos lo que dijo Cristo: «Dad al gobernante lo que es del gobernante» y lo que dijo Jeremías: «Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien«.

En las iglesias de de Asia Menor, la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde hace más de mil años. San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: «María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo». San Juan Damasceno en el 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: «María Auxiliadora rogad por nosotros». Y repite: «La «Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte«. San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: «Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda«.

La Batalla de Lepanto

Yéndonos a unos siglos más recientes, en el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo la tolerancia de unas religiones para con las otras era casi nula. Los mahometanos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir Roma. Fue entonces cuando el Papa Pío V, quién era gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender nuestra santa iglesia.

Al poco tiempo se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados, los cristianos eran muy inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron en busca del ejército contrario. Al principio la batalla parecía que tendría resultados negativos para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela.

El Final de la Batalla

El viento cambió de repente su rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en muy poco tiempo derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

La Captura del Papa Pío VII

En el siglo XVIX el emperador Napoleón llevado por la ambición tomó como prisionero a el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, ya que el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: «Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica«. De pronto sucedió algo inesperado. Napoleón que había dicho: «Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados«, vio con desilusión que, en los helados campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y sus armas se le caían de sus manos, y él que había ido deslumbrante, con su poderoso ejército, volvió humillado con unos pocos y heridos hombres, tanto física como internamente.

Al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pasar como prisionero el resto de su vida sin poder salir de su casa. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco

El 9 de junio del año 1868, se consagró en Turín la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue el santo salesiano San Juan Bosco, humilde campesino que nació el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. Cuando tenía tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Santísima Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera «ciencia y paciencia», porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.

Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la nueva gran Basílica. El santo solía repetir: «Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen«. Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que esta devoción a la santísima virgen es de las más grandes del mundo.

San Juan Bosco decía: «Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros» El santo también recomendaba repetir muchas veces esta una pequeña oración: «María Auxiliadora, rogad por nosotros». Él decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

Más Sobre la Advocacion a María Auxiliadora

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Oraciones a María Auxiliadora

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