Biografía de Santa Pelagia de Antioquía – 8 de octubre

Una santa de a inicios de la edad media que estaba sumida en el pecado, pero que al conocer a Jesús se entregó a una vida de oración.

Historia de Santa Pelagia de Antioquía

Pelagia, en el siglo V, era una comediante sumamente celebrada y conocida en Antioquía. Siendo muy joven, estuvo en contacto con los catecúmenos, pero posteriormente olvidó esta experiencia.

Se la presenta como una de las más destacadas pecadoras de su tiempo, en la segunda mitad del siglo V. En Antioquía, donde realizaba danzas sensuales y altaneras, la llamaban «Margarita», que es la traducción de «gema», quizás porque, en ocasiones, lo único que cubría su cuerpo excepcionalmente hermoso eran collares de perlas.

En el año 453, el camino de Pelagia se cruzó con el de Nono, un anacoreta de Tabenas, quien fue nombrado obispo de Edesa y trasladado a Heliópolis de Siria mientras participaba en un concilio provincial convocado por Máximo.

Conversión de Santa Pelagia de Antioquía

Se cuenta que un domingo, impulsada por la curiosidad, Pelagia regresó a una iglesia y al escuchar al obispo predicar sobre la infinita misericordia de Dios, su corazón se conmovió profundamente. Quiso rezar, pero ya no recordaba cómo hacerlo. Salió de la iglesia con el firme deseo de abandonar su vida desordenada. Decidió escribir una carta al obispo en la que le decía: «Al santo discípulo de Jesús: He oído que tu Dios descendió del cielo a la tierra para salvar a los hombres. Él no despreció hablar con una mujer pecadora. Si eres su discípulo, escúchame. No me niegues el bien y el consuelo de oír tu palabra para poder encontrar gracia, a través de ti, con Jesucristo, nuestro Salvador».

El obispo creyó en la sinceridad de Pelagia. Ella fue bautizada, confirmada y recibió la Eucaristía. A partir de ese momento, la vida de Pelagia cambió radicalmente. Distribuyó sus joyas y posesiones entre los pobres, liberó a sus esclavos y, vistiendo una humilde túnica, dejó atrás Antioquía.

Cerca de Jerusalén, encontró una gruta donde decidió vivir una vida austera, de penitencia y oración. Por prudencia, ocultó su verdadera identidad como mujer y, cuando le preguntaban su nombre, respondía «Pelagio». Durante ese tiempo, se estaba llevando a cabo el concilio de Antioquía, y un diácono del obispo expresó su deseo de ir a Jerusalén, alegando que quería obtener información sobre un ermitaño llamado Pelagio.

Fallecimiento de Santa Pelagia de Antioquía

Este diácono finalmente encontró a Pelagio en su cueva, donde lo recibió, pero luego se retiró para rezar. Se cuenta que cuando el diácono regresó, Pelagio ya no respondió. Cuando ingresaron a la cueva, encontraron al ermitaño muerto, y al prepararse para ungirlo con mirra, como era la costumbre de la época, descubrieron que era una mujer.

En ese momento, mujeres de los monasterios cercanos en Jericó y en el Jordán se acercaron con velas y antorchas, cantando himnos, y dieron sepultura al cuerpo de Pelagia. Esto sucedió el 8 de octubre del año 468. Las características únicas de esta santa nos recuerdan la importancia del retiro riguroso de los ermitaños, no como rareza, sino como un testimonio del profundo deseo de buscar a Cristo.

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