Biografía de Santa Otilia de Alsacia – 13 de diciembre

Santa que fue rechazada por su padre por nacer ciega y que fue curada milagrosamente cuando creció.

Historia de Santa Otilia de Alsacia

En la época de Childerico II, en la región de Alsacia, vivía un influyente señor feudal franco llamado Adalrico, casado con Bereswinda. A finales del siglo VII, la pareja experimentó una desdicha única en su familia: el nacimiento de una hija ciega. Este hecho se convirtió en una afrenta personal para Adalrico, quien, en lugar de verlo como un designio divino, lo interpretó como un ultraje al honor de su linaje. Desgarrado por una cólera irracional, Adalrico ignoró las explicaciones de su esposa, quien buscaba consuelo en la creencia de que la ceguera de su hija era la manifestación de la voluntad divina.

La Sanación de Santa Otilia

Las súplicas de Bereswinda evitaron que Adalrico cometiera el horrendo crimen de matar a la niña, pero a cambio, él exigió que la pequeña fuese enviada lejos, sin revelar a qué familia pertenecía. Bereswinda, cumpliendo parcialmente su promesa, confió la custodia de la niña a una campesina, ocultando su verdadera identidad. La pequeña vivió en el anonimato hasta la edad de doce años en el monasterio de Baumeles Dames, cerca de Besançon, sin ser bautizada, un detalle curioso en su historia.

En ese momento, San Erhardo, obispo de Ratisbona, recibió una visión que le indicaba la existencia de una joven ciega en el convento de Baume. La visión le encomendaba bautizarla con el nombre de Otilia para que recobrara la vista. Consultando con San Hidulfo en Moyenmoutier, ambos se dirigieron al convento y, encontrando a la joven, la bautizaron y realizaron el milagro: Otilia recuperó la visión.

Regreso a Casa

Otilia, a pesar del milagro y sus avances académicos, enfrentó la envidia y las dificultades de algunas religiosas en el convento. Con el tiempo, escribió a su hermano Hugo, a quien había oído mencionar, pidiendo ayuda. San Erhardo informó a Adalrico sobre la curación de su hija, pero en lugar de regocijarse, este reaccionó con ira. Hugo, desafiando las prohibiciones paternas, trajo a Otilia de vuelta.

Sin embargo, la tragedia acechó cuando, en una colina, Adalrico, al enterarse de la identidad de Otilia y el propósito de su regreso, descargó su furia sobre Hugo, matándolo de un golpe. Los remordimientos transformaron el corazón de Adalrico, quien, de un odio profundo, pasó a amar a su hija. Otilia se estableció en Obernheim con algunas compañeras, dedicándose a actos de piedad y caridad entre los menos afortunados.

Con el tiempo, Adalrico planeó casar a su hija con un duque alemán. Ante esto, Otilia huyó. A punto de ser capturada, ocurrió un milagro: se abrió una grieta en la roca cerca de Friburgo en Brisgovia, donde se escondió. Para persuadir a Otilia de regresar, Adalrico le prometió el castillo de Hohenburg. Otilia cumplió su parte y transformó el castillo en un monasterio, convirtiéndose en la primera abadesa. Fundó otro convento, Niedermunster, y una posada, facilitando el acceso a los peregrinos.

Fallecimiento de Santa Otilia

Cuenta la historia que Otilia, poco después de la muerte de su padre, recibió visiones que indicaban que sus oraciones y penitencias lo habían liberado del purgatorio. San Juan Bautista se le apareció, indicándole el lugar y las dimensiones de una capilla en su honor. Además de estos eventos, se atribuyen a Otilia numerosos milagros y visiones. Tras gobernar el convento durante muchos años, Santa Otilia falleció alrededor del año 720, dejando un legado de bondad, sabiduría y espiritualidad en la historia.

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