Biografía de Santa María Margarita de Youville – 23 de diciembre

Primera santa canonizada de Canadá, es la religiosa que fundó la orden de Las Hermanas de la Caridad de Montreal conocidas como Hermanas Grises.

Historia de Santa María Margarita de Youville

María Margarita, viuda de Youville, figura destacada en la historia de la santidad canadiense, nació el 15 de octubre de 1701, en la localidad de Varennes, Quebec. La primogénita de tres hermanas y tres hermanos, su infancia quedó marcada por la adversidad al perder a su padre a la temprana edad de siete años, sumiendo a su familia en una situación de extrema pobreza. A pesar de las dificultades, Margarita inició sus estudios en las Ursulinas de Quebec, permaneciendo dos años en esta institución.

Al regresar a su hogar, asumió un papel crucial en el cuidado del hogar y en la educación de sus hermanos, demostrando desde temprano un sentido de responsabilidad y compasión. Su vida dio un giro cuando su madre contrajo matrimonio nuevamente y la familia se trasladó a Montreal. Fue allí donde Margarita conoció a François d’Youville, con quien contrajo matrimonio en 1722, dando inicio a una etapa de su vida caracterizada por la adversidad y el sufrimiento.

La unión con François no resultó ser el matrimonio ideal, ya que él mostró poco interés por la familia y se ausentaba con frecuencia para dedicarse al comercio del alcohol con los indígenas. Esta situación se volvió más difícil cuando su esposo enfermó repentinamente, y Margarita lo cuidó con amor hasta su fallecimiento en 1730, quedando además embarazada de su sexto hijo, que no logró sobrevivir. Este doloroso episodio marcó un punto de inflexión en su vida y profundizó su comprensión del amor compasivo de Dios hacia la humanidad.

Fundación de la Orden de las Religiosas de la Caridad de Montreal

Con una confianza firme en la providencia divina, Margarita emprendió diversas obras para atender las necesidades de quienes la rodeaban. Su dedicación se extendió a la educación de sus dos hijos, quienes se ordenaron sacerdotes en 1737. Posteriormente, junto a tres amigas, decidió consagrarse a Dios el 31 de diciembre de ese año, dando inicio a una nueva fase de su vida caracterizada por el servicio a los más necesitados. Sin pretenderlo, Margarita se convirtió en la fundadora del instituto que posteriormente sería conocido como las Religiosas de la Caridad de Montreal, comúnmente denominadas «Religiosas grises».

Al sumergirse en el servicio a los pobres, Margarita desafió las convenciones sociales de la época y se convirtió en objeto de maledicencias y calumnias por parte de su entorno. Sin embargo, su compromiso con la causa persistió, a pesar de su frágil salud y la pérdida de una de las primeras compañeras que se unieron a ella en esta misión. En 1745, Margarita y sus compañeras tomaron un paso significativo al compartir todos sus recursos para ampliar su ayuda a un número aún mayor de necesitados.

Dos años después, asumió la dirección del Hospital de los Hermanos Charon, que había caído en ruinas, transformándolo en un refugio para los desamparados. La valentía de Margarita se evidenció aún más cuando, en 1765, un devastador incendio destruyó el hospital. Lejos de quebrantar su fe y determinación, este episodio llevó a Margarita a exhortar a sus compañeras y a los necesitados a reconocer la mano de la Providencia y alabarla.

Fallecimiento de Santa María Margarita de Youville

A pesar de tener 64 años, Margarita asumió la reconstrucción del hospital, un testimonio tangible de su inquebrantable espíritu y dedicación a la causa que abrazó. Su fallecimiento ocurrió el 23 de diciembre de 1771, pero su legado perdura como un faro de compasión y servicio desinteresado. Su impacto trascendió las fronteras de su tiempo y espacio, siendo beatificada por Juan XXIII el 3 de mayo de 1959, y canonizada por Juan Pablo II el 9 de diciembre de 1990.

La vida de María Margarita, marcada por la adversidad, el sufrimiento y la valentía en el servicio a los menos privilegiados, la convierte en un referente inspirador de fe, compasión y entrega desinteresada. Su canonización resalta la importancia de su contribución a la historia de la santidad canadiense y su legado perdura como un recordatorio perenne de la fuerza transformadora del amor en acción.

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