Biografía de Santa Catalina Labouré – 28 de noviembre

Gran santa elegida por Nuestra Santísima Madre para revelarle la Medalla Milagrosa.

Historia de Santa Catalina Labouré

Catalina Labouré, nacida en 1806 en Francia, de humilde origen campesino, quedó huérfana de madre a la temprana edad de 9 años. Encomendó su vida a la Santísima Virgen, solicitándole que ocupara el papel de madre en su vida, una petición que, sorprendentemente, la Madre de Dios aceptó. Catalina, la cuarta de once hijos, se vio enfrentada a la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores mientras su hermana mayor ingresaba a la vida religiosa como monja vicentina. Este acontecimiento marcó el inicio de una etapa en la que Catalina asumió el liderazgo en las tareas domésticas, ocupándose de la cocina y el lavadero en la casa de su padre. Estas responsabilidades absorbieron su tiempo y energía, impidiéndole aprender a leer y escribir.

El fervor religioso de Catalina se manifestó desde temprana edad, y a los 14 años, sintió el llamado a consagrarse como religiosa en un convento. Sin embargo, su padre, quien la necesitaba para atender los quehaceres del hogar, le negó la posibilidad de ingresar a la vida religiosa. Incansable, Catalina continuó rezando para que Nuestro Señor le concediera su mayor deseo: ser religiosa. En una revelación onírica, un anciano sacerdote le anunció: «Un día me ayudarás a cuidar a los enfermos». La imagen de este sacerdote quedó grabada en su memoria.

Finalmente, a los 24 años, Catalina obtuvo el permiso de su padre para visitar a su hermana religiosa. En el convento, al entrar en la sala, se encontró con el retrato de San Vicente de Paúl, y se dio cuenta de que este era el anciano sacerdote de sus sueños, quien la había llamado a cuidar a los enfermos. Este descubrimiento consolidó su determinación de unirse a las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, conocidas como las Hermanas Vicentinas. Su ingreso a la comunidad marcó un hito en su vida, ya que finalmente pudo abrazar la vida religiosa que tanto anhelaba.

La Medalla Milagrosa

El 27 de noviembre de 1830, durante una vigilia en la capilla del convento, Catalina experimentó una aparición extraordinaria. La Virgen María se le manifestó resplandeciente, derramando rayos de luz hacia la tierra desde sus manos. Durante esta visión, la Virgen le encomendó la tarea de crear una imagen que representara la visión y la elaboración de una medalla que llevara grabada la inicial «M» de María, junto con una cruz y la inscripción «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti». Además, la Virgen prometió bendiciones especiales para aquellos que llevaran esta medalla y recitaran la oración.

Aunque Catalina compartió esta experiencia con su confesor, inicialmente fue recibida con escepticismo. Sin embargo, a medida que el sacerdote reconoció la santidad de Catalina, intercedió ante el Arzobispo para obtener la aprobación de las medallas. Desde 1830 hasta su fallecimiento en 1876, Catalina guardó silencio sobre su papel como destinataria de las apariciones, viviendo en relativo anonimato en el convento. Sin embargo, en los últimos meses de su vida, reveló detalladamente las apariciones a su nueva superiora, desvelando su identidad como la elegida por la Virgen.

Fallecimiento de Santa Catalina Labouré

La muerte de Catalina el 31 de diciembre del año 1876 fue seguida por funerales masivos, revelando su estatus de figura espiritual destacada. En 1947, el Papa Pío XII canonizó a Catalina Labouré, reconociendo su santidad y la importancia de la Medalla Milagrosa. Su legado perdura en la devoción mariana y la veneración de la Medalla Milagrosa en todo el mundo católico.

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Oraciones a Santa Catalina Labouré

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