Biografía de San Virgilio de Arlés – 5 de marzo
San Virgilio es muy querido en Arlés y el resto de Francia. Es conocido por varias luchas que tuvo contra el demonio, así como por ser un gran obispo.
Historia de San Virgilio de Arlés
San Virgilio, originario de Gascuña, recibió su educación en el monasterio de San Honorato, situado en una de las islas cercanas a Cannes. Su biografía, aunque escrita varios siglos después de los eventos, lo presenta como monje y abad de San Honorato. Una noche, mientras paseaba por la playa, se encontró con un extraño navío cuyos marineros le ofrecieron la oportunidad de viajar a Jerusalén para hacer el bien a los cristianos y alcanzar la perfección. Virgilio, sin dejarse engañar, rechazó la oferta, haciendo la señal de la cruz y desafiando las artimañas del enemigo, lo que provocó la desaparición repentina del navío y los marineros.
Aunque no se encuentra su nombre en la lista de los abades de Lérins, algunas crónicas lo mencionan como monje de Lérins que más tarde se convirtió en abad del monasterio de San Sinforiano de Autún. Es cierto que fue monje antes de ser nombrado obispo de Arlés, recibiendo el palio del Papa Gregorio I y siendo designado vicario apostólico ante el rey Childeberto II. Gobernó con vigor, pero su celo se excedió al intentar convertir a los judíos por la fuerza, siendo reprendido por el Papa Gregorio, quien le aconsejó limitarse a orar y predicar.
Lucha contra el Demonio
San Virgilio, durante su episcopado, construyó varias iglesias en Arlés, siendo la basílica de San Honorato una de ellas. Se cuenta que, durante la construcción, el demonio, bajo la apariencia de un negro vigoroso, impidió que los obreros movieran una columna. San Virgilio, al llegar al lugar, increpó al demonio, quien desapareció dejando una estela pestilente, permitiendo a los obreros continuar su trabajo. Su biografía relata numerosos milagros, como curaciones, resurrecciones y la destrucción de una terrible serpiente causante de estragos.
Fallecimiento de San Virgilio
San Virgilio gozaba de la confianza del pueblo de Arlés, convencido de que la ciudad vencería a sus enemigos mientras los restos del santo permanecieran en ella. Tras su fallecimiento en el año 610, fue sepultado en la iglesia de San Salvador, que él mismo había construido. La vida de San Virgilio destaca por su dedicación a la fe, sus milagros y su liderazgo en Arlés.
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