Biografía de San Robert Southwell – 21 de febrero

Robert Southwell, uno de los mártires Jesuitas más destacados en la historia inglesa, entregó su vida durante el reinado de la reina Isabel I. Fue juzgado injustamente de conspirar contra la reina y por su fe fue torturado y asesinado.

Historia de San Robert Southwell

Nacido en Norfolk, Inglaterra, en el año 1561, provenía de una familia de posición acomodada. Su destino lo llevó al continente para poder recibir una educación católica en un momento en que la Iglesia Católica enfrentaba fuertes persecuciones en Inglaterra. En mayo de 1576, se matriculó en el Colegio Inglés de Douai, ubicado en Flandes, donde comenzó su viaje académico.

Preparación Espiritual y Profesional de San Robert

La personalidad de Southwell se forjó en medio de la adversidad y el compromiso con sus convicciones religiosas. A pesar de las limitaciones impuestas por la prohibición de la fe católica en Inglaterra, Robert perseveró en su formación y dedicó su vida al servicio de la Iglesia. Más tarde, continuó sus estudios en París, donde tuvo un encuentro significativo con el jesuita Thomas Darbyshire. Su deseo de ingresar a la Compañía de Jesús fue inicialmente rechazado debido a su juventud y al cierre del noviciado por la proximidad al frente de batalla.

No obstante, la determinación de Southwell lo llevó a emprender un viaje a Roma, donde finalmente fue admitido en el noviciado de San Andrés en 1578. Durante su tiempo en Roma, estudió filosofía y teología en el prestigioso Colegio Romano y fue ordenado sacerdote en 1584. Este periodo en la Ciudad Eterna también marcó el inicio de su contribución a la formación de jóvenes sacerdotes en el Colegio Inglés.

Regreso a Inglaterra

El destino lo llamó de vuelta a su patria en 1586, cuando, junto al Padre Henry Garnet, desembarcaron en una costa remota para evitar ser capturados en un puerto de entrada convencional. Robert Southwell fue asignado a trabajar en Londres y sus alrededores, donde enfrentó los desafíos de una sociedad hostil hacia la fe católica. Su residencia inicial fue con la familia Vaux, y más tarde, vivió en la mansión de la Condesa de Arundel, cuyo esposo, Sir Philip Howard, estaba encarcelado en la Torre por su lealtad a la fe católica.

El ministerio de Southwell en esta etapa de su vida se centró en visitar cárceles de la ciudad y encontrarse con sacerdotes recién llegados al país. Colaboró en la publicación de catecismos y otros libros de devoción a través de una imprenta secreta establecida por el Padre Garnet, siendo esta la única fuente de literatura católica disponible para la comunidad católica en Inglaterra. Además, reunió cartas de consuelo que había escrito al encarcelado Sir Philip Howard, publicadas más tarde bajo el título de «Una epístola de consuelo».

Durante seis años fructíferos, Southwell desafió los riesgos constantes de la persecución y la traición, hasta que, lamentablemente, cayó en una trampa urdida por una mujer católica bajo presión. Anne Bellamy, después de ser coaccionada, conspiró con Richard Topcliffe, conocido como el cazador de sacerdotes, para tenderle una emboscada a Southwell. La traición involucró una promesa de matrimonio por parte de Topcliffe a Bellamy, quien había sido dejada embarazada por él. La estratagema se llevó a cabo con la esperanza de capturar al jesuita en un acto comprometedor.

Comienzos de las Torturas

A pesar de haber logrado escapar momentáneamente antes de ser capturado, Southwell se entregó para evitar la traición a la familia que lo había acogido. Este evento marcó un giro trágico en la vida del mártir, quien, hasta ese momento, había resistido a trece sesiones de tortura sin revelar un solo nombre de sacerdotes. Su firmeza y resistencia ante la tortura se convirtieron en un testimonio elocuente de su fe inquebrantable.

La captura de Southwell representó una victoria para Topcliffe, quien consideró este evento como el punto culminante de su carrera como cazador de sacerdotes. El jesuita fue llevado a la residencia de Topcliffe, cercana a la prisión de Gatehouse, y sometido a días atroces de tortura en una cámara especialmente designada para este propósito. A pesar de los horrores que enfrentó, Southwell se mantuvo firme en su decisión de no revelar información sobre otros sacerdotes católicos.

El tormento culminó cuando, después de varias sesiones de tortura, Southwell fue arrojado entre mendigos, expuesto al frío, el hambre y la sed. La intervención del padre de Southwell permitió que fuera trasladado a la Torre, donde recibió un trato relativamente mejor, aunque las visitas le estaban prohibidas. A pesar de su encarcelamiento, Southwell continuó escribiendo poemas que expresaban sus pensamientos más íntimos y que, más tarde, fueron publicados bajo el título de «La queja de San Pedro».

Juicio de San Robert Southwell

La soledad se convirtió en compañera constante de Southwell durante los dos años y medio que permaneció encerrado, hasta que finalmente solicitó ser llevado ante un tribunal o ser liberado. Lord Burghley concedió la petición y, el 20 de febrero de 1595, Southwell fue juzgado en Westminster Hall. En el juicio, el jesuita confesó ser un sacerdote católico, pero negó cualquier implicación en conspiraciones contra la reina Isabel. A pesar de su confesión, fue declarado culpable de alta traición y condenado a muerte.

Martirio de San Robert Southwell

El día siguiente, el 21 de febrero de 1595, Southwell fue llevado al patíbulo en Tyburn. Un nudo corredizo mal colocado en su cuello prolongó su agonía después de ser colgado, y fue el propio verdugo quien, compadeciéndose, se colgó de sus pies para poner fin a su sufrimiento. La ejecución culminó con la decapitación y el posterior descuartizamiento del mártir. La vida y muerte de Robert Southwell resplandecen como un testimonio de valentía, fe inquebrantable y resistencia ante la persecución.

Sus escritos y su firmeza ante la tortura se han convertido en un legado perdurable, recordándonos el alto costo que algunos pagaron por su compromiso con la fe católica en un período turbulento de la historia inglesa.

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