Biografía de San Pedro Fourier – 9 de diciembre

Este santo revolucionó la educación de manera incréible ya que fundó escuelas gratuitas en la epoca donde solo la gente con dinero podía estudiar.

Historia de San Pedro Fourier

San Pedro Fourier, cuyo nacimiento tuvo lugar en 1565 en la región de Lorena, Francia, emerge como una figura esencial en la historia de la educación y la pastoral católica. Su impacto, gestado en el año 1600, prefiguró las ideas que más tarde serían abrazadas y difundidas por figuras notables como San Juan de la Salle en 1700 y San Juan Bosco en 1850. San Pedro Fourier, un adelantado a su tiempo, fue un verdadero precursor de la educación gratuita y popular, desempeñando un papel crucial en la transformación de la enseñanza y la pastoral en un contexto histórico complejo.

Comienzos de la Educación Gratuita

El camino de San Pedro hacia su legado educativo comenzó después de completar con brillantez sus estudios en la Universidad. Contrariamente a las normas de la época, decidió fundar una escuela gratuita en su ciudad natal, destacando desde temprano su compromiso con el acceso igualitario a la educación. Posteriormente, ingresó a la comunidad de canónigos regulares de San Agustín, donde fue ordenado sacerdote.

A pesar de su investidura sacerdotal, San Pedro Fourier experimentó un periodo de tres meses de preparación antes de celebrar su primera misa. Esta actitud, compartida con figuras como San Ignacio de Loyola, reflejaba su profundo respeto por el acto litúrgico y su deseo de hacerlo de la manera más significativa posible. Su humildad y devoción se destacaron aún más cuando, al ser presentado con tres opciones de parroquias para servir, eligió la más necesitada y problemática.

Una Vida Entregada a los Demás

La parroquia asignada a San Pedro Fourier era un pequeño pueblo en los Vosgos, lleno de protestantes calvinistas y con una moralidad en decadencia. Aquí, desafiando las adversidades, trabajó incansablemente durante treinta años, estableciendo un paralelismo con lo que más tarde lograría San Juan Vianney en Ars. En esta comunidad, conocida por él como «el buen padre Pedro», aplicó un enfoque basado en la oración y el sacrificio para convertir a aquellos que se encontraban alejados de la fe.

La oración, como fundamento espiritual, se convirtió en la primera arma de San Pedro Fourier en su misión evangelizadora. En los crudos inviernos, se negaba a encender fuego para calentarse, y la estufa solo cobraba vida cuando llegaban visitantes extremadamente friolentos. Esta renuncia personal, inspirada en la enseñanza de Jesús sobre la importancia de la oración y los sacrificios, buscaba la conversión de aquellos que habitaban en la oscuridad espiritual.

Además de la oración, San Pedro Fourier empleó la limosna y el buen ejemplo como herramientas esenciales para la transformación de su comunidad. Inspirado en el mandato del Señor de que la luz del buen ejemplo brille ante los demás, combinó la ayuda material con consejos que apuntaban a la salvación del alma. Su compasión se manifestó en la creación de una Caja de Mutua Ayuda, destinada a ayudar a aquellos que, debido a circunstancias adversas, se encontraban en la ruina. Este enfoque evitaba la humillación de aquellos que, aunque necesitados, no se atrevían a mendigar.

La convicción de San Pedro Fourier de que la asociación con grupos apostólicos era esencial para evitar el desánimo y la desorientación lo llevó a fundar tres asociaciones en su parroquia: la de San Sebastián para hombres, la del Rosario para señoras y la de la Inmaculada para señoritas. Estas asociaciones proporcionaban un espacio donde los miembros se animaban mutuamente, se corregían, se guiaban y se acompañaban en su camino apostólico.

Una Obra que Trascendió en los Años y Territorios

En la década de 1600, San Pedro Fourier adelantó una idea que más tarde sería esencial en la obra de San Juan Bautista de la Salle: la creación de escuelas gratuitas para el pueblo. Sin embargo, su intento inicial de implementar esta idea en su parroquia se vio obstaculizado por la falta de interés de los sacerdotes en dar clases primarias y la apatía de los padres hacia la educación de sus hijos. Aunque este esfuerzo inicial fracasó, sentó las bases para futuras iniciativas educativas.

Ante las dificultades para establecer escuelas para niños, San Pedro Fourier redirigió sus esfuerzos hacia la fundación de escuelas para niñas. Aprendiendo de la amarga experiencia anterior, decidió preparar a las profesoras antes de llevar a cabo la fundación. Reunió a cuatro muchachas, dirigidas por la beata Alicia, cofundadora de su comunidad, y les impartió una hora diaria de clases de pedagogía y técnicas de enseñanza. Posteriormente, estas jóvenes fueron enviadas a enseñar a grupos de jovencitas, y así nació la Comunidad de Hermanas de San Agustín, aprobada en 1616 por el Sumo Pontífice.

La Comunidad de Hermanas de San Agustín, fundada en un tiempo récord de seis meses, destacó la eficacia y el impacto de las innovadoras estrategias de San Pedro Fourier. Su enfoque educativo incluyó métodos prácticos, como la enseñanza de la contabilidad y habilidades útiles en la vida cotidiana, como bordado, pastelería y dibujo artístico. Estos elementos prácticos buscaban no solo la formación académica, sino también la preparación de las jóvenes para ser eficientes en diversas esferas de la vida.

Ejemplo de Vida para Otros Grandes Santos

Otro método educativo innovador introducido por San Pedro Fourier fue el uso de la declamación como herramienta pedagógica. Siguiendo la línea de lo que más tarde implementaría San Juan Bosco, preparó dramas, sainetes, comedias, diálogos y recitales donde, a través del entretenimiento, se impartían enseñanzas sobre la religión y otras ciencias. Los domingos por la tarde, las alumnas ofrecían representaciones amenas e instructivas para la comunidad, utilizando el teatro como medio educativo.

La parroquia de San Pedro Fourier estaba infestada de calvinistas y evangélicos, una situación que representaba un serio peligro para los católicos. Ante este desafío, el santo se propuso instruir a sus feligreses sobre los errores y herejías de los protestantes, buscando fortalecer la fe católica en su comunidad. Su enfoque estratégico, combinado con su insistencia en un comportamiento ejemplar por parte de los católicos, llevó a notables conversiones en un período relativamente corto.

Abad Agustino

En 1622, San Pedro Fourier fue designado superior de su comunidad de Canónigos de San Agustín. Al asumir este cargo, pronunció palabras que reflejaban su compromiso con el servicio desinteresado: «Así como Jesucristo se entrega a nosotros en la Sagrada Comunión, sin esperar pago alguno, y buscando solamente el bien de los que la reciben, así me dedicaré desde este día a todos los que pertenecen a nuestra comunidad, no para obtener algún honor, o ventaja alguna, sino pensando solamente en la salvación de las almas». Este enfoque desinteresado y centrado en el bienestar espiritual se erigió como un programa digno de ser imitado por los superiores en todas partes.

En su nuevo rol como superior, San Pedro Fourier se dedicó enérgicamente a mejorar la conducta de los miembros de su comunidad, que habían caído en cierto descuido en cuanto al cumplimiento de los reglamentos. Aunque inicialmente enfrentó resistencia, su perseverancia gradualmente condujo a un renacimiento espiritual entre los canónigos de San Agustín, consolidando su papel como líder devoto y eficaz.

En 1636, el gobierno francés intentó obligar a San Pedro Fourier a prestar un juramento contrario a su conciencia. Optando por la coherencia con sus principios, eligió el destierro en lugar de comprometer su fe. Los últimos cuatro años de su vida los pasó en el destierro, donde continuó enseñando en una escuela gratuita que él mismo había fundado. Este acto de renuncia personal en defensa de sus convicciones resalta la firmeza de su fe y su dedicación inquebrantable al servicio de los demás.

Fallecimiento de San Pedro Fourier

Dios llamó a San Pedro Fourier a su presencia el 9 de diciembre de 1640. El Sumo Pontífice, reconociendo su santidad, lo canonizó en 1897. El santuario que alberga sus restos se ha convertido en un lugar de peregrinación, recibiendo numerosas visitas que honran la memoria de este notable santo. Además, la comunidad que él fundó ha logrado extenderse a varios países, llevando consigo la llama de su legado educativo y pastoral.

En conclusión, San Pedro Fourier emerge como un verdadero pionero en la historia de la educación y la pastoral católica. Su visión audaz de la educación gratuita y popular, su enfoque práctico y sus métodos innovadores de enseñanza han dejado una marca perdurable en la tradición educativa católica. Su vida ejemplar, marcada por la oración, el sacrificio y la dedicación al bienestar espiritual de los demás, continúa inspirando a generaciones sucesivas de educadores y líderes católicos.

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Oraciones a San Pedro Fourier

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