Biografía de San Guillermo de Bourges – 10 de enero

Uno de los más grandes abades cisterciences que ha habido en Francia. Luego de ser abad se convirtió en obispo y logró realizar su trabajo con gran rectitud, honestidad y firmeza.

Historia de San Guillermo de Bourges

Guillermo de Donjeon, nació en Nevers, Francia, en el seno de una familia local muy reconocida. Su educación fue dirigida por su tío Pedro, archidiácono de Soissons. Desde muy joven, Donjeon fue canónigo, primero dé Soissons y luego de París, pero pronto decidió alejarse totalmente del mundo para estar en soledad en la abadía de Grandmont. Allí vivió con gran regularidad la vida de esa austera orden, hasta que una disputa entre los monjes de coro y los otros, turbó la paz.

Ingreso a la orden del Cister

Guillermo pasó entonces a la orden cisterciense, que se distinguía por su fama de santidad. Tomó el hábito en la abadía de Pontigny. No le llevo mucho tiempo ser elegido abad, primero de Fontaine-Jean, en la diócesis de Sens, y después, del monasterio de Chalis. San Guillermo se consideró siempre como el último de los monjes. La mansedumbre de su palabra daba testimonio del gozo y la paz de su alma. La virtud era atractiva en él, a pesar de sus crueles austeridades. Sus penitencias eran severas y era un hombre muy admirado por su comunidad.

Su Tiempo Como Obispo

Luego de la muerte de Enrique de Sully, arzobispo de Bourges, se comenzó a pedir que el nuevo obispo fuera un abad del cister, por lo que fueron 3 los abades seleccionados. A pesar de que los 3 eran grandes personalidades, el elegido por sorteo fue Guillermo, quién igualmente hubiera ganado por mayoría de votos. Esto sucedió el 23 de noviembre del año 1200. La noticia abrumó a Guillermo, quien jamás hubiera aceptado el cargo, si el papa Inocencio III y el abad de Citeaux, no se lo hubieran mandado. El Santo abandonó la soledad con lágrimas en los ojos, y fue consagrado obispo poco después.

El primer cuidado de san Guillermo fue elevar su vida interior y exterior a la altura de su dignidad, pues estaba persuadido de que el primer deber de un hombre es honrar a Dios en su corazón. El santo comenzó a hacer el doble de las penitencias que ya hacía diciendo que su cargo le obligaba a sacrificarse por los otros tanto o más, que por sí mismo. Bajo el hábito religioso llevaba una áspera camisa, y ni en el invierno, ni en el verano, cambiaba de manera de vestir.

Guillermo nunca comía carne, aunque sus huéspedes encontraban buena mesa en su casa. No menos digna de encomio era su solicitud por su rebaño. Se preocupaba especialmente por los pobres, a quienes prestaba socorro espiritual y material, pues decía que Dios le había enviado sobre todo para ellos. Era muy indulgente con los pecadores arrepentidos; en cambio se mostraba inflexible con los impenitentes, aunque nunca invocó contra ellos el poder civil, como se acostumbraba entonces. Tal actitud le ganó más de una conversión.

Un Obispo Firme ante los Problemas

Algunas malas personas comenzaron a abusar de la bondad y amabilidad del santo, incluso llegaron a amenazarlo, pero Guillermo era alguien firme e inteligente y no se dejó llevar ante las amenazas y no dejó que nadie se apoderara de los bienes de la iglesia y logró llegar a tener la defensa del rey. Durante su obispado supo enfrentar admirablemente mucha clase de problemas.

Fallecimiento de San Guillermo de Bourges

Guillermo convirtió a muchos albigenses, y su última enfermedad le sorprendió cuando estaba preparando una misión para esos herejes. A pesar de su padecimiento, decidió predicar un sermón de despedida. Esto hizo que la fiebre aumentara y que Guillermo tuviese que posponer su viaje. La noche siguiente, previendo que se acercaba el fin, Guillermo insistió en adelantar el canto de los nocturnos, que tiene lugar a medianoche; pero, habiendo trazado sobre sus labios la señal de la cruz, sólo pudo pronunciar las dos primeras palabras. Entonces dio la señal a los presentes de que le colocaran sobre un lecho de ceniza, y murió al amanecer del 10 de enero del año 1209. Su cuerpo fue sepultado en la catedral de Bourges.

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