Biografía de San Francisco María de Camporosso – 17 de septiembre

Gran fraile franciscano italiano del siglo XIX, quién siempre se mantuvo humile y al servicio de los más necesitados.

Historia de San Francisco María de Camporosso

Francisco María nació en Camporosso, un pequeño poblado del interior de Liguria, en la diócesis de Albenga, Italia, el 27 de diciembre del año 1804. Era hijo de Anselmo Croce y María Antonia Gazzo. En su juventud fue pastor y agricultor, un día escuchó la invitación de un fraile e ingresó en el convento en Sestro Ponente, donde tomó el hábito de terciario franciscano. Francisco María no se sentía satisfecho y una voz interior no le daba tregua hasta que por fin tuvo la alegría de vestir el hábito religioso entre los Hermanos Menores Capuchinos. Luego de haber finalizado el noviciado y la profesión en el convento de San Bernabé, inmediatamente fue asignado al convento de la Santísima Concepción en Génova, donde permaneció hasta el día de su muerte.

Un Humilde Fraile Capuchino

Se encargó de los más humildes oficios de ayudante de cocina y de enfermero, se hizo notar por una especial fidelidad a su deber y por una generosidad sin límites. Los superiores sabían que era el mejor para el oficio de limosnero, tarea que lo obligaba a recorrer todos los días las angostas calles de la ciudad, que transformó en un lugar de incesante coloquio con Dios. Su ejemplo pronto fue motivo de atracción irresistible porque sus palabras sencillas y espontáneas tenían el secreto para aliviar todos los dolores. Cuando la gente llegaba con problemas graves y difíciles, les decía: “Ve donde la Virgen y dile que te manda fray Francisco”.

Francisco María no olvidó su antiguo oficio de pastor, lo que cambió fue que el rebaño guiado y atendido por él era el de los más miserables y desheredados pobladores de Génova y los potreros eran las calles que subían y bajaban en la Soberbia y sobre todo las “barriadas” de la ciudad vieja y del puerto. Allí el capuchino del pequeño poblado Camporosso, limosnero del convento, se convirtió en el “Padre Santo”, como era comúnmente llamado por todos quienes los poco recomendables “parroquianos” habitantes de los bajos fondos y frecuentadores de los ambientes más alejados del camino de Dios.

El santo se mostraba sereno en todas partes, en la iglesia lo mismo que en las tabernas con olor a humo y vino, siempre igualmente afectuoso, con los cohermanos y con los muchachos, con los braceros del puerto y con los ex presidiarios, el padre santo en sus incesantes giros por la ciudad se esforzaba por realizar una doble tarea: la de pedir la limosna diaria y la otra, más importante y delicada, la de buscar y acercar a Dios a cuantos encontraba en su camino. Poco importaba que los encuentros fueran no raras veces violentos, con personas llenas de cólera y e injuriosas.

Fallecimientos de San Francisco María de Camporosso

Las grandes dificultades ambientales no disminuían la transparente bondad del fraile capuchino a quien todos, tarde o temprano terminaban tomándole cariño. En el año 1866 durante una epidemia se ofreció en sacrificio por la incolumidad de los demás.  Su plegaria fue: “Señor, tómame a mí y perdona a Génova”. La enfermedad lo agotó en muy pocos días, mientras la epidemia disminuía en la ciudad. Murió a la edad de 62 años el día 17 de septiembre de 1866.

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