Biografía San Francisco de Borja – 3 de octubre

Santo que obtuvo un puesto alto ante los gobernantes, pero lo dejó todo para entregar su vida a Dios.

Historia de San Francisco de Borja

Francisco de Borja era nieto del Papa Alejandro VI por parte de su padre, nieto del rey Fernando de Aragón por parte de su madre, primo del emperador Carlos Quinto e hijo del Duque de Gandía.

Su familia se preocupó porque recibiera la mejor educación posible, por lo que fue enviado a la corte del emperador para que allí aprendiera el arte de gobernar. Esto le fue de gran utilidad para los cargos que tuvo que desempeñar a lo largo de su vida.

San Francisco de Borja se Convierte en Virrey

Francisco se casó con Leonor de Castro, una joven de la corte del emperador con la que tuvo seis hijos. Este matrimonio duró 17 años y fue un gran modelo de armonía y de fidelidad.

El emperador Carlos V nombró a Francisco virrey de Cataluña, región que estaba en gran desorden y con mucha delincuencia. San Francisco puso orden en cuanto pudo y demostró tener grandes cualidades como gobernador. Años después el santo dijo lo siguiente: «El haber sido gobernador de Cataluña me fue muy útil porque allá aprendí a tomar decisiones importantes, a hacer de mediador entre los que se atacan, y a ver los asuntos desde los dos puntos de vista, el del que ataca y el del que es atacado«.

Conversión Total de San Francisco

La reina de España sobresalía por ser muy hermosa, pero murió siendo muy joven y Francisco fue encargado de hacer llevar su cadáver hasta la ciudad donde iba a ser sepultada. Fue un viaje largo que duró varios días y al llegar al sitio de su destino, abrieron el ataúd para constatar que sí era ese el cadáver de la reina. Pero en aquel momento el rostro de la difunta apareció tan descompuesto y maloliente por la descomposición que conmovió a Francisco hasta el fondo de su alma, por lo que que dijo: «Ya nunca más me dedicaré a servir a jefes que se me van a morir«. Desde entonces se propuso dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.

Las personas comenzaron a notar que la vida y el comportamiento del virrey Francisco cambiaban de manera sorprendente. Francisco ya no era participe ni le interesaban las fiestas mundanas, sino los actos religiosos, tampoco iba a cacerías y a bailes, sino a visitar pobres y a charlar con religiosos y sacerdotes. Un obispo escribió de él en ese tiempo: «Don Francisco es modelo de gobernantes y un caballero admirable. Es un hombre verdaderamente humilde y sumamente bondadoso. Un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra. Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por el bienestar de sus empleados. Nada le agrada tanto como la compañía de sacerdotes y religiosos«. Siempre había alguna que otra persona que pasaba criticándolo diciendo que un gobernador no debería ser tan piadoso, pero la mayor parte de las personas estaban muy contentas al verlo tan fervoroso y lleno de sus virtudes.

Ingreso a la Compañía de Jesús

En el año 1546 murió su santa esposa Leonor. Desde ese día Francisco comenzó a pensar en convertirse en religioso y sacerdote. Escribió a San Ignacio de Loyola pidiéndole que lo admitiera como en la orden de los jesuitas. El santo le respondió que sí lo admitiría, pero que antes se dedicara a terminar la educación de sus hijos y que aprovechara este tiempo para asistir a la universidad y obtener el grado en teología. San Ignacio le escribió recomendándole que no le contara a la gente semejante noticia tan inesperada, «porque el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo».

En el año 1551, después de dejar a sus hijos en buenas posiciones y herederos muchos bienes, fue ordenado como sacerdote, religioso jesuita. Esa fue «la noticia del año» y de la época, que el Duque de Gandía y gobernador de Barcelona lo dejaba todo para convertirse en religioso y ser ordenado sacerdote. A su primera misa asistió tanta gente que no se pudo celebrar dentro de la iglesia si no en la plaza del lugar.

Crecimiento Espiritual dentro de la Orden

En el año 1554 fue nombrado por San Ignacio como superior de los jesuitas en España. Comenzó haciendo tan buen trabajo que gracia a él la comunidad creció enormemente en España. Con sus cualidades de mando organizó muy sabiamente a sus religiosos y empezó a enviar misioneros a América.

Lo primero que se propuso fue dominar su cuerpo por medio de fuertes sacrificios en el comer, beber y en el descanso. Cuando comenzó como religioso estaba gordo y robusto, pero llegó a adelgazar de una manera impresionante. Posteriormente Francisco dijo que exageró demasiado sus mortificaciones y que llegaron a debilitar su salud.

Otro de sus grandes sacrificios consistió en dominar su orgullo. Los primeros años de su vida religiosa los superiores lo humillaron más de lo ordinario, para probar si en verdad tenía vocación. A él, que había sido Duque y gobernador, le asignaron en la comunidad el oficio de ayudante del cocinero, y su oficio consistía en acarrear el agua y la leña, en encender la estufa y barrer la cocina. Cuando se le partía algún plato o cometía algún error al servir en el comedor, tenía que pedir perdón públicamente de rodillas, delante de todos. Y jamás se le oyó una voz de queja o protesta. Sabía que si no dominaba su orgullo nunca llegaría a la santidad.

Últimos Años y Fallecimiento de San Francisco de Borja

Una vez el médico le dijo al hacerle una curación dolorosa: «Lo que siento es que a su excelencia esto le va a doler«. Y él respondió: «Lo que yo siento es que usted le diga excelencia a semejante pecador como yo».

Cuando la gente lo aplaudía o hablaba muy bien de él, se estremecía de temor. En su profunda humildad decía: «Soy tan pecador, que el único sitio que me merezco es el infierno«. En otras ocasiones también decía: «Busqué un puesto propio para mí en la Biblia, y vi que el único que me atrevería a ocupar sería a los pies de Judas el traidor. Pero no lo pude ocupar, porque allí estaba Jesús lavándole los pies«.

Al morir San Ignacio de Loyola, el Padre Laínez obtuvo su puesto como superior, pero fue poco tiempo y cuando falleció, los jesuitas nombraron como Superior General a San Francisco de Borja. Durante los siete años que ocupó este cargo se dedicó con tan grande actividad a su oficio, que ha sido llamado por algunos, «el segundo fundador de los jesuitas». Por todas partes aparecieron casas y obras de su comunidad, y mandó misioneros a los más diversos países del mundo. El Papa y los Cardenales lo querían muchísimo y sentían por él una gran admiración. Organizó muy sabiamente los noviciados para sus religiosos y con su experiencia de gobernante dio a la Compañía de Jesús una organización admirable.

El Papa envió un embajador a España y Portugal a arreglar asuntos muy difíciles y mandó a San Francisco que lo acompañara. La embajada fue un fracaso, pero por todas partes las gentes lo aclamaron como «el santo Duque» y sus sermones producían muchas conversiones.

Al volver a Roma se sintió muy debilitado. Se había esforzado casi en exceso por cumplir sus deberes y se había desgastado totalmente. El 30 de septiembre del año 1572 entregó su alma al Creador. Uno de los que trataron con él exclamó al saber la noticia de su muerte: «Este fue uno de los hombres más buenos, más amables y más notables que han pisado nuestro pobre mundo«.

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