Biografía de Santa María de Egipto – 3 de abril
Santa antigua que es un gran ejemplo sobre el arrepentimiento.
Historia de Santa María de Egipto
Una hermosa y muy antigua tradición cuenta que en el siglo V había un santo sacerdote llamado Zózimo y que después de haber pasado muchos años en un convento de Palestina como monje, se dispuso ir a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Ya estando allí, un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: «Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados».
Una Mujer en el Pecado
Se cuenta que aquella mujer le narró al sacerdote lo siguiente. Su nombre era María y era de Egipto. Desde los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se escapó de su casa. Cometió toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a personas llevándolas por el mismo camino. Después se unió a un grupo de peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a pasear.
La Conversión de María de Egipto
En cuanto llegaron al Santo Sepulcro sucedió que, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado, esto le sucedió tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo. La santa escuchó una voz que le dijo: «Tú no eres digna de entrar en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado». Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Santísima Virgen que parecía mirarla con gran cariño y compasión. Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: «Madre, si me es permitido entrar al templo santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta. Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le fue permitido el acceso. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración le pareció que una voz le decía: «En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz».
Vida Eremética en el Desierto
María egipciaca, como se le conoce también, se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia. Se alimentaba de dátiles, raíces, langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su gran martirio. Durante 17 años vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad, pero un amor grande a la Virgen María le daba fortaleza para resistir las tentaciones. Dios le revelaba muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.
Fallecimiento de Santa María de Egipto
La penitencia le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no hubiera muerto. María le pidió al sacerdote que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la Sagrada Eucaristía. Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: «Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido el santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse«.
Impacto de la Historia de Santa María de Egipto
El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió una sepultura en la arena, luego de terminar el agujero se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se extendió por muchos países.
San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.
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