Biografía de San Félix de Cantalicio – 18 de mayo

Este fraile franciscano fue muy querido en Roma, incluso otros grandes santos le pedían consejo a este humilde monje.

Historia de San Félix de Cantalicio

Félix de Cantalicio fue una de las más populares figuras típicas de la Roma del siglo XVI. Nació en Cantalicio, región situada al pie de los Apeninos, cerca de Rieti, en el año 1515.  Trabajó en los campos hasta los treinta, luego se fue a la ciudad, la Roma papal, pero no para gozar de las diversiones citadinas, o para mejorar su propia condición económica.

Su Vida Dentro de la Orden Franciscana

Ya en Roma entró como religioso hermano entre los Hermanos Menores Capuchinos en el año 1574 hasta el día de su muerte en el año 1587. Fue limosnero del convento de San Nicolás. Recorría las calles de Roma con su sayal, pidiendo la limosna, no solo para el convento, sino sobre todo para donarle a los más pobres y enfermos. A quien le daba algo, le decía: “Deo gratias”; y a quien no le daba nada le decía igualmente: “Deo gratias”. Por esto muy pronto lo apodaron “el hermano Deo gratias”.

Era un monje simple pero lleno de espíritu religioso; humilde y sabio, pero con una sabiduría enteramente sobrenatural, exhortaba a todos a la caridad. Enseñaba a los niños canciones fáciles que él mismo dirigía. San Felipe Neri lo conoció y se hicieron amigos, cuando lo encontraba en la calle le pedía públicamente consejos e instrucciones. La franca y pueblerina simplicidad de fray Félix lo llenaba de consoladora admiración.

San Carlos Borromeo también lo tuvo en grandísima estima, lo mismo que muchos otros grandes personajes que reconocían en el espiritual franciscano una extraordinaria capacidad intelectual. Al Papa Sixto V le predijo el papado y lo amonestó a comportarse rectamente. Cardenales y prelados se inclinaban ante este campesino vestido con el sayal franciscano cuando pasaban frente a él.

Félix tenía un temperamento místico, sólo dormía tres horas diarias, el resto de la noche lo pasaba en la iglesia en oración, en la contemplación de los misterios de la vida de Jesús. Comulgaba diariamente. Los días de fiesta solía peregrinar a las “siete iglesias”, o visitaba a los enfermos en los diferentes hospitales romanos. Alimentó una tierna devoción a la Virgen Madre, que se le apareció muchas veces y le entregó el Niño Jesús, que él estrechó amorosamente entre sus brazos. En los contactos diarios con el pueblo, fue eficaz consejero espiritual de gente humilde y de la misma aristocracia de la Roma renacentista. Muchos años después de su muerte, muchas jóvenes y señoras cantaban todavía las canciones que él había compuesto y les había enseñado.

Fallecimiento de San Félix de Cantalicio

Murió a los 72 años de edad, el 18 de mayo de 1587, mientras tenía una visión de la Santísima Virgen. Su tumba se encuentra en la iglesia de los Capuchinos en Roma y ha sido lugar de muchos milagros.

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Oraciones a San Félix de Cantalicio

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