Biografía de Beato Vicente Vilar David – 14 de febrero
Vicente Vilar David vivió en un periodo tumultuoso de la historia, abarcando la última década del siglo XIX y las cuatro primeras décadas del siglo XX, momentos marcados por convulsiones políticas, transformaciones socioeconómicas y los eventos trascendentales de la proclamación de la república y la guerra civil española. Su existencia transcurrió en medio de estos acontecimientos, y como seglar católico, supo afrontar las complejidades sociales y eclesiales de su tiempo.
Historia de Beato Vicente Vilar David
Nacido el 28 de junio de 1889 en Manises, Valencia, en un hogar cristiano compuesto por Justo Vilar Arenes y Carmen David Gimeno, fue el menor de ocho hermanos. Desde su bautismo, realizado al día siguiente de su nacimiento por el sacerdote Nicolás David Campos, prima hermano de su madre, Vicente creció inmerso en un ambiente saturado de virtudes cristianas y un profundo amor al prójimo.
Recibió la Confirmación el 1 de abril de 1898 de manos del cardenal Ciríaco Sancha y Hervás, arzobispo de Valencia, y realizó su Primera Comunión el 24 de abril de 1900 de manos del cura párroco José Catalá Sanchis. Sus cimientos en la fe cristiana se asentaron durante sus estudios primarios en su localidad natal y luego, cursó la educación secundaria en el colegio de los padres escolapios de Valencia, continuando con sus estudios de ingeniería industrial en la escuela superior de Barcelona.
Un Laico Alcanzando la Santidad
Comprometido con el apostolado seglar desde temprana edad, Vicente contrajo matrimonio con Isabel Rodes Reig el 30 de noviembre de 1922. A partir de este momento, ambos dedicaron sus vidas al apostolado en Manises. Tras el fallecimiento de su padre y la finalización de sus estudios de ingeniería industrial, Vicente asumió la dirección de la empresa familiar de cerámica llamada «Hijos de Justo Vilar». Su labor no se limitó al ámbito del trabajo, sino que se destacó por su acción seglar ejemplar en el campo del apostolado, especialmente en el aspecto social.
Vicente Vilar priorizó el respeto, la educación y la caridad en su trato con los trabajadores. Su enfoque en la armonía y la paz en situaciones conflictivas le valió el afecto y aprecio de quienes lo rodeaban. Al regresar de Barcelona a Manises, cargaba consigo ideas de renovación en la industria cerámica y la ilusión de convertirlas en realidad.
La creación de la escuela de cerámica, posteriormente, evidenció su visión de futuro al actualizar la industria cerámica para competir a nivel internacional. Su celo apostólico no se limitó al ámbito laboral, ya que participó activamente en la vida parroquial como catequista, miembro de asociaciones eucarísticas y colaborador incondicional del cura párroco.
Con la instauración del régimen de persecución a la Iglesia durante la Segunda República en 1931, Vicente Vilar desempeñó un papel crucial en la preservación de la labor apostólica. Fundó el Patronato de Acción Social para abordar desafíos en la enseñanza religiosa y parroquial, así como otras organizaciones parroquiales. Sin embargo, en agosto de 1936, en plena efervescencia de la persecución religiosa, fue destituido como secretario y profesor de la escuela de cerámica debido a su condición de católico.
Martirio de Beato Vicente Vilar David
En momentos tan críticos, Vilar se convirtió en un sembrador de alegría y paciencia cristianas. A pesar de ser destituido, sus propios trabajadores lo protegieron, expresando su aprobación a la conducta social y cristiana que siempre había mantenido. Su condición de católico y apóstol era difícilmente perdonable en días de persecución religiosa. En la noche del 14 de febrero de 1937, ante un tribunal, reafirmó su condición de católico, proclamando que este título era el más grande que poseía.
Fue asesinado inmediatamente, perdonando a todos, especialmente a aquellos que lo martirizaron. La percepción general desde el principio fue que fue asesinado únicamente por su condición de católico y apóstol celoso, particularmente en el ámbito social. Nunca tuvo afiliación política. Sus restos mortales se veneran en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Manises, y su legado perdura como testimonio de valentía y compromiso con la fe en tiempos difíciles.
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