Biografía de Beato Tomás María Fusco – 24 de febrero

El Beato Tomás María Fusco fue un gran devoto de Jesús Crucificado, inició labores pastorales y misioneras, fundando la Congregación «Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre»

Historia de Beato Tomás María Fusco

Tomás María Fusco, séptimo de ocho hijos, vio la luz en Paganí (SA), en la diócesis de Nocera-Sarno (Italia), el 1 de diciembre de 1831. Su padre, Antonio, farmacéutico, y su madre, Stella Giordano, de noble cuna, destacaban por su conducta moral y religiosa intachable. Supieron inculcar en él los valores de la piedad cristiana y la caridad hacia los desfavorecidos.

Bautizado en la Parroquia de San Félix y del Cuerpo de Cristo el mismo día de su llegada al mundo, Tomás quedó huérfano de madre a temprana edad debido a una epidemia de cólera en 1837. Pocos años después, en 1841, también perdió a su padre. A partir de entonces, su tío paterno, el Padre José, se convirtió en su guía y maestro en los estudios primarios.

Desde 1839, año de la canonización de San Alfonso María de Ligorio, el joven Tomás albergaba sueños de servicio eclesiástico, y en 1847 ingresó al Seminario diocesano de Nocera, donde su hermano Rafael ya se había consagrado sacerdote en 1849.

Momentos Cruciales de Beato Tomás María Fusco

El 1 de abril de 1851, Tomás María recibió el Sacramento de la Confirmación y, tras completar su formación seminaria, fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1855 por manos del Obispo Angelo José D’Auria.

Estos años estuvieron marcados por pérdidas dolorosas, incluyendo la muerte de su tío en 1847 y la de su joven hermano Rafael en 1852. Durante este tiempo, Tomás María cultivó la devoción heredada de su familia hacia Cristo Paciente y la Santísima Madre de los Dolores. Sus biógrafos señalan: «Era devotísimo del Crucificado y siempre conservó esta devoción«.

Desde el comienzo de su ministerio, Tomás se preocupó por la formación de los niños, abriendo una Escuela Matutina en su hogar y restableciendo la Capilla Nocturna para jóvenes y adultos en la Iglesia parroquial de San Félix y del Cuerpo de Cristo, con el objetivo de promover su desarrollo humano y cristiano.

Vida de Beato Tomás María Fusco como Religioso

En 1857, fue admitido en la Congregación de los Misioneros de Nocera, con el título de San Vicente de Paul, iniciando un extenso itinerario misionero, especialmente en el sur de Italia.

En 1860, se convirtió en Capellán del Santuario de Nuestra Señora del Carmen, conocido como «de las Gallinas» en Paganí. Allí, estableció asociaciones católicas, erigió un altar al Crucificado y fundó la piadosa Unión para el culto al Preciosísimo Sangre de Jesús.

En 1862, abrió en su casa una Escuela de Teología Moral para la formación de sacerdotes en el ministerio del confesionario, cultivando en ellos el amor a la Sangre de Cristo. Ese mismo año, instituyó la «Compañía (sacerdotal) del Apostolado Católico» para las misiones populares, obteniendo la aprobación del Papa Pío IX, hoy Beato, en 1874.

Fundación de las Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre

Profundamente conmovido por la desgracia de una huérfana, el 6 de enero de 1873, durante la Epifanía del Señor, tras una cuidadosa preparación en la oración, fundó la Congregación de las «Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre». Esta obra comenzó en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, bendecida por el Obispo D. Rafael Ammirante, quien entregó el hábito a las primeras tres religiosas y bendijo el primer Orfanato para siete pequeñas huérfanas pobres de la localidad.

El Padre Tomás María continuó dedicándose al ministerio sacerdotal con la predicación de ejercicios espirituales y misiones populares. A lo largo de este itinerario apostólico, surgieron numerosas fundaciones de casas y orfanatos, que destacaron su caridad heroica, más intensa en los últimos veinte años de su vida (1870-1891).

Además de sus responsabilidades como fundador y misionero apostólico, también desempeñó roles como párroco (1874-1887) en la iglesia matriz de San Félix y del Cuerpo de Cristo en Paganí; confesor extraordinario de las monjas de clausura en la misma localidad y en Nocera; y, en los últimos años, director espiritual de la congregación laical en el Santuario de Nuestra Señora del Carmen.

Siendo objeto de envidia por el bien logrado con su ministerio y por su vida de sacerdote ejemplar, el Padre Tomás María sufrió humillaciones y persecuciones desde temprano, hasta la infame calumnia de 1880 lanzada por un hermano en el sacerdocio. Pero, sostenido por el Señor, llevó esa cruz con amor, como le había predicho su obispo D. Ammirante en el momento de la fundación: «Has elegido el título de la Preciosísima Sangre. Prepárate para beber el cáliz amargo«.

Fallecimiento de Beato Tomás María Fusco

En momentos de prueba, extremadamente difíciles pero soportados en silencio, repetía: «Que el trabajo y el sufrimiento por Dios siempre sean su gloria, y que Dios sea su consuelo en la tierra y su recompensa en el cielo. La paciencia es como la salvaguarda y el sostén de todas las virtudes«.

Debilitado por una enfermedad hepática, el Padre Tomás María concluyó piadosamente su existencia terrenal el 24 de febrero de 1891, rezando con el anciano Simeón: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz» (Lc 2, 29).

Un Sacerdote Santo

El testimonio evangélico de su vida, conocido por todos, se resumió en la comunicación promulgada por el Municipio de Paganí el 25 de febrero de 1891: «Tomás María Fusco, Misionero apostólico, Fundador de las Hijas de la Caridad del Preciosísimo Sangre, Sacerdote ejemplar de fe invicta, de caridad ardiente, trabajó incansablemente en nombre de la Sangre Redentora por la salvación de las almas: vivió amando a los pobres y murió perdonando a los enemigos«.

La vida sacerdotal intensamente vivida en la meditación constante del misterio del amor del Padre, contemplado en el Hijo crucificado, cuya Sangre constituye «expresión, medida y prenda» de la caridad divina, la caridad heroica hacia los pobres y necesitados, a quienes Tomás María veía como el propio Rostro ensangrentado de Jesús, orientó su existencia hacia el culto supremo de las virtudes cristianas.

Sus escritos, la predicación y las misiones populares marcaron una gran experiencia de fe y una luz de esperanza cristiana que se reflejaba en su vocación y en sus acciones. Su caridad hacia Dios era viva y ardiente; inflamaba sus palabras y su apostolado, que se volvió fecundo gracias a su amor por Dios y por el prójimo; a su unión con Jesús crucificado; a su confianza en María Inmaculada, Nuestra Señora de los Dolores; y, sobre todo, a la Eucaristía.

El Padre Tomás María Fusco fue Apóstol de la Caridad de la Preciosísima Sangre, amigo de los niños y los jóvenes, atento a todas las pobrezas y miserias humanas y espirituales.

Legado de Beato Tomás María Fusco

Por todas estas razones, gozaba de fama de santidad en el presbiterio diocesano, en el pueblo en general y entre sus hijas espirituales, quienes recibieron su carisma y hoy lo testimonian en diversas regiones del mundo donde desempeñan su apostolado, en comunión con la Iglesia.

El proceso de beatificación comenzó en 1955, y el 24 de abril de 2001 se decretó el ejercicio heroico de sus virtudes cristianas. El 7 de julio de 2001 se reconoció el aspecto milagroso de la curación de la Sra. Maria Battaglia, ocurrida en Sciacca, Agrigento (Italia), el 20 de agosto de 1964, por intercesión del Padre Tomás María Fusco. Con su beatificación, el Papa Juan Pablo II lo presenta a los sacerdotes, al pueblo de Dios y a sus hijas espirituales, las «Hijas de la Caridad de la Preciosísima Sangre», como ejemplo y guía de santidad.

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