Biografía de Beata Isabel Picenardi – 19 de febrero

La Beata Isabel Picenardi es un ejemplo de entrega total a Jesús, rechanzado todo lo del mundo y conservando su pureza. Fue colaboradora de los Servitas.

Historia de Beata Isabel Picenardi

Isabel, nacida alrededor de 1428 en Cremona, Italia, fue hija de Leonardo Picenardi y Paula de Nuvaloni. Después de su nacimiento, la familia se trasladó a Mantua debido al cargo de su padre como administrador del Marqués de Gonzaga. En Mantua, Isabel creció cerca de la Iglesia de San Bernabé, regida por los Siervos de María de la Congregación de la Observancia, lo que influyó en su formación espiritual.

A pesar de los deseos de su padre de casarla con alguien destacado en la ciudad, Isabel tenía un fuerte deseo de preservar su virginidad. A los veintiún años, rechazó firmemente el matrimonio y se consagró a Dios, vistiendo el hábito de las «Manteletas». Inicialmente vivió en la casa paterna de manera religiosa y, tras la muerte de su padre, se trasladó a vivir con su hermana Ursina y su cuñado Bartolomé de Gorno. Allí, en una habitación apartada, pasó el resto de su vida, cerca de la iglesia de los Siervos.

Un Gran Ejemplo de Santidad y Entrega a Dios

Las virtudes más destacadas de Isabel incluyeron un profundo amor a la Virgen, la práctica de la castidad, la entrega fervorosa a la penitencia, un espíritu de oración constante y un amor apasionado por la Eucaristía. Su dedicación a la Madre de Cristo la llevó a aspirar a la perpetua virginidad, y en los últimos momentos de su vida, agradeció a Dios y a la Virgen por conservar su virginidad.

A pesar de diversas enfermedades, Isabel practicaba severas mortificaciones, llevando consigo en todo momento un cilicio y un cinturón de hierro. En su búsqueda de penitencia y oración, esperaba a Cristo, su Esposo, cubriendo de alabanzas al Señor e intercediendo por la salvación de los hombres mediante el recitado del oficio divino según el rito de la Curia romana, difundido por los frailes mendicantes. Contraviniendo las costumbres de su época, recibía con frecuencia la comunión de manos de fray Bernabé de Mantua y acudía diariamente al sacramento de la Penitencia al final de su vida.

La fama de su santidad se extendió, atrayendo a personas que la consideraban un oráculo divino. Debido a las numerosas gracias celestiales concedidas a sus conciudadanos por la intercesión de la Virgen, Isabel recibió el título de «confidente de la Madre de Dios». Su admirable ejemplo inspiró a muchas doncellas, quienes formaron una fraternidad regular de la Tercera Orden.

Fallecimiento de Beata Isabel Picenardi

Un año antes de su fallecimiento, Isabel demostró su sincero amor hacia la Orden al legar al convento de San Bernabé el breviario con el cual cantaba las alabanzas divinas y una suma de trescientos ducados. Antes de encontrarse con el Señor, en el momento en que enfrentaba fuertes cólicos, fue reconfortada con la presencia visible de Jesús, su misericordiosa Madre y una dulce melodía celestial. Isabel murió el 19 de febrero de 1468.

Su cuerpo fue venerado en un sepulcro en la iglesia del convento de San Bernabé, y al desaparecer este, fue trasladado al pueblo de la provincia de Cremona. En 1804, el Papa Pío VII concedió a toda la Orden la facultad de celebrar la Misa y el Oficio propios de la Beata Isabel. Su legado perdura como un testimonio de devoción, castidad y entrega a Dios.

Más Sobre Beata Isabel Picenardi

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Oraciones a Beata Isabel Picenardi

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