Biografía Beata Ana María Sala – 24 de noviembre
Beata Maria Anna Sala es recordada hoy por la Iglesia como una beata cuya vida estuvo marcada por la devoción, la entrega y la perseverancia.
Historia de Beata Ana María Sala
Nació el 21 de abril de 1829 en Brivio, Lecco, Italia. Hija de Johann María Sala y Giovannina Comi, provenía de una familia católica comprometida y acomodada. Su infancia transcurrió en un hogar donde recibió una sólida formación cristiana, y su inclinación hacia el aprendizaje se destacó desde temprana edad.
María Anna experimentó un momento de profunda fe en el Oratorio de San Leonardo, donde, junto a su hermana, solicitó la intercesión de la Virgen para la curación de su madre, obteniendo un milagro que fortaleció su conexión espiritual. En 1842, se unió a la Congregación de las Hermanas Marcelinas, fundada por el beato Luigi Biraghi, y comenzó su formación en Vimercate.
A pesar de circunstancias familiares adversas, como la enfermedad de su madre y dificultades económicas, María Anna respondió con prontitud a las necesidades de su hogar. Sin embargo, su llamado a la vocación religiosa persistió, y en 1848 ingresó al noviciado en Vimercate. Su lema, «Voy en seguida», reflejaba su prontitud para servir a Cristo en los demás, incluso ante las demandas más urgentes.
Fallecimiento de Beata Ana María Sala
Profesó sus votos el 13 de septiembre de 1852, consolidando su compromiso con la vida religiosa. Su obediencia no conocía distinciones ni preferencias, y su servicio se extendió a través de la enseñanza en colegios de Cernusco, Milán, Génova y Saboya. Destacó por su firmeza, equilibrio, y amor a Dios, y sus lecciones iban más allá de las aulas, trascendiendo a las vidas de sus alumnas. María Anna enfrentó pruebas significativas, incluido un cáncer de garganta que llamaba «su collar de perlas».
A pesar del dolor, continuó su labor educativa con serenidad y alegría, confiando en que Dios bendeciría su trabajo. Su sufrimiento se convirtió en su camino de perfección, y falleció el 24 de noviembre de 1891, pronunciando las palabras «Regina Virginum». En 1920, su cuerpo se encontró incorrupto, testimoniando su santidad duradera. La vida de Santa Maria Anna Sala es un testimonio inspirador de fe, servicio y perseverancia en medio de las adversidades.
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