Oraciones a Nuestra Señora del Buen Consejo
Esta advocación Mariana lleva varios siglos en Italia, es conocida por su historia de como desapareció de su ubicación en Albania y apareció en Genazzano, Italia. Si quieres conocer toda la historia puedes verla dando click en este enlace.
Es una hermosa advocación Mariana para pedir la Santa Intercesión de Nuestra Santísima Madre.
Letanías a Nuestra Señora del Buen Consejo
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa Virgen María, nuestra Madre, aconséjanos y protégenos.
Hija dilectísima del Eterno Padre, aconséjanos y protégenos.
Madre Augusta del Hijo de Dios, aconséjanos y protégenos.
Divina Esposa del Espíritu Santo, aconséjanos y protégenos.
Templo viviente de la Santísima Trinidad, aconséjanos y protégenos.
Reina del Cielo y de la tierra, aconséjanos y protégenos.
Sede de la Divina Sabiduría, aconséjanos y protégenos.
Depositaria de los secretos del Altísimo, aconséjanos y protégenos.
Virgen prudentísima, aconséjanos y protégenos.
En nuestras perplejidades y en nuestras dudas, aconséjanos y protégenos.
En nuestras angustias y en nuestras tribulaciones, aconséjanos y protégenos.
En nuestros quehaceres y en nuestras empresas, aconséjanos y protégenos.
En los peligros y en las tentaciones, aconséjanos y protégenos.
En los combates contra el demonio, el mundo y la carne, aconséjanos y protégenos.
En nuestros desánimos, aconséjanos y protégenos.
En todas nuestras necesidades, aconséjanos y protégenos.
En la hora de nuestra muerte, aconséjanos y protégenos.
Por tu Inmaculada Concepción, aconséjanos y protégenos.
Por tu feliz Natividad, aconséjanos y protégenos.
Por tu admirable Presentación, aconséjanos y protégenos.
Por tu gloriosa Anunciación, aconséjanos y protégenos.
Por tu bendita Visitación, aconséjanos y protégenos.
Por tu divina Maternidad, aconséjanos y protégenos.
Por tu santa Purificación, aconséjanos y protégenos.
Por los dolores y las angustias de tu materno corazón, aconséjanos y protégenos.
Por tu preciosa Dormición, aconséjanos y protégenos.
Por tu triunfal Asunción, aconséjanos y protégenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Y obtiene nos el don del Buen Consejo.
Oremos
Oh Dios, que nos has dado por madre la Madre de tu dilectísimo Hijo y te has dignado glorificar su hermosa imagen mediante una milagrosa aparición, recuérdanos, te suplicamos, que siguiendo siempre sus consejos, podamos vivir según tu Corazón y alcanzar la patria celestial. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
D. S. B.
Concedemos la indulgencia de 100 días a quien recite devotamente la precedente plegaria.
Nuestra Señora del Buen Consejo, ruega por nosotros.
Oración a Nuestra Señora del Buen Consejo
Madre del Buen Consejo dirige tu maternal mirada sobre nosotros. Deseamos imitarte y seguirte para aprender a tratar y amar a Jesús, Señor de nuestra existencia.
El será nuestro tesoro, que mostraremos con gozo a la humanidad. Por eso te necesitamos: “Ven con nosotros”, guíanos, Tú, Madre del Buen Consejo y acompáñanos en la búsqueda de aquello que Tu Hijo ha pensado hoy para cada uno de nosotros.
Preséntanos a Jesús, enséñanos a escucharle y a servirle donde El nos necesite.
Recuérdanos el consejo que diste en las bodas de Caná: “Haced lo que El os diga”.
Por eso Madre sé tú:
La inspiración de nuestros pensamientos
La guía de nuestros pasos
La maestra de nuestra disponibilidad.
La Madre y consejera de nuestra perseverancia.
Amén.
Oración a la Virgen del Buen Consejo
Oh gloriosísima Virgen, escogida por decreto eterno del Altísimo para ser la Madre del Verbo encarnado, tesorera de las divinas gracias y abogada de los pecadores, yo, tu muy indigno siervo, a ti recurro a fin de que te dignes ser mi guía y consejera en este valle de lagrimas.
Consígueme, por la preciosísima Sangre de tu divino Hijo, el perdón de mis pecados, la salvación de mi alma y todo cuanto sea necesario y útil para obtenerla.
Intercede también para que la Iglesia triunfe sobre sus enemigos y el reino de Jesucristo se propague por toda la tierra.
Amen.
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