Sagrado Corazón de Jesús – 1 de junio
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es complemento de la del Cuerpo y Sangre de Cristo, reuniendo todos los misterios de Jesús en uno solo, que materialmente es el corazón de carne de Jesús, espiritualmente quiere expresar los infinitos tesoros de su amor. Es la fiesta del amor de Dios por nosotros, un amor totalmente gratuito, un amor que no busca en el hombre méritos, sino sólo que se lo acoja disponiendo la propia vida como respuesta de amor. Es la respuesta que nos ha indicado Juan: “Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios: el que ama es engendrado por Dios y conoce a Dios; quien está en el amor permanece en Dios y Dios habita en él”.
“Uno de los soldados traspasó con la lanza el costado de Jesús y al punto brotó sangre y agua. El que lo vio da testimonio y su testimonio es veraz. Sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. En efecto, esto sucedió para que se cumpliera la escritura que dice: mirarán al que traspasaron”. (Jn 19,34‑37).
Una Fiesta que Dura Todo el Mes de Junio
El Corazón de Jesús, traspasado por la lanza del soldado, es símbolo de la bondad y de la misericordia de Dios, que nos dio su Hijo para que nos salvara del pecado, mediante su muerte y resurrección. La devoción al Corazón de Jesús nos estimula a la confianza y al amor hacia el Padre.
Jesús levantado en la cruz, en su amor sin límites, dio la vida por nosotros, y de la herida de su costado derramó sangre y agua, símbolo de los sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atraídos al Corazón del Salvador, llegaran gozosos a la fuente perenne de la salvación.
Dios, con aceite de júbilo consagró Sacerdote eterno y Rey del universo a su único Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, para que sacrificándose a sí mismo, y sometidas a su poder todas las criaturas, ofreciera a su majestad infinita el reino eterno y universal: reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz.
Nosotros ponemos nuestra confianza en Jesús y a él nos entregamos incondicionalmente durante nuestra vida y a la hora de nuestra muerte, que tendrá su culminación en la bienaventuranza eterna.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús fue siempre cara a los franciscanos, a ejemplo de San Francisco de Asís, inflamado de seráfico amor hacia Jesús. Su corazón ardía de caridad hacia el Corazón del Mártir Crucificado. Jesús mismo así lo presenta a su confidente Santa Margarita María de Alacoque: “He aquí el Santo que más ha amado a mi Corazón. Tómalo como modelo”.
Escribieron y hablaron del Corazón de Jesús San Buenaventura, San Antonio de Padua, San Bernardino de Siena y muchos otros Santos más.
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