Biografía de Santa Juana de Arco – 30 de mayo
La santa mártir más conocida de Francia. Ella luchó al lado del ejercito de su reino para recuperar las tierras que habían sido tomadas por los enemigos, liberando así a su pueblo.
Historia de Santa Juana de Arco
En el año 1412, nació Juana de Arco en Donremy, Francia. Era hija de Jaime de Arco quien era un campesino.
Juana creció siendo campesina y no aprendió a leer ni a escribir. Su madre fue quien la encamino por el camino de Dios y le enseñó a ser una gran cristiana y a tener una gran devoción hacia la Virgen María. Todos los sábados. Juana recogía flores del campo para llevarlas al altar de Nuestra Madre. Cada mes se confesaba y comulgaba, y su gran deseo era llegar a la santidad y no cometer nunca ningún pecado. Era tan buena y bondadosa que todos en el pueblo la querían.
En esos años, fue cuando los ingleses comenzaron a invadir Francia y a hacer muchos destrozos por donde pasaban. Desde los catorce años Juana empezó a escuchar unas voces que la llamaban. Al principio no sabía quiénes eran, pero después empezó a ver resplandores y que se le aparecían el Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita y le decían: «Tú debes salvar a la nación y al rey«.
Por miedo, Juana no quería contarle a nadie acerca de las voces, pero estas le voces insistieron fuertemente en que ella, estaba destinada para salvar la nación y al rey y entonces contó a sus familiares y personas cercanas. Las primeras veces las gentes no le creyeron, pero después ante la insistencia de las voces y los ruegos de la joven, un tío suyo se la llevó a donde el comandante del ejército de la ciudad vecina. Él le dijo que Dios la enviaba para llevar un mensaje al rey. Pero el militar no le creyó y la regresó para su casa.
La Liberación de Francia
No fue hasta que varios meses después que Juana regresó y acertó a una derrota profetizada que el militar la dejó pasar y le puso una escolta para que la llevaran hasta donde el rey.
Llegó donde el rey, quien se había disfrazado y había colocado a otra persona en el trono, en cuanto Juana entró al salón, siguió las voces quienes mediante instrucciones, la llevaron hasta donde estaba el verdadero rey disfrazado, Juana le habló acerca de algunos secretos del rey y alguna información desconocida del mismo, por lo que cambió de opinión acerca de la niña.
Solo faltaba una ciudad importante en ser conquistada por los ingleses, esta era Orleans y un gran ejercito inglés se dirigía hasta allí. El rey Carlos y sus militares ya creían perdida la guerra. Pero Juana le pide al rey que le permitiera tener mando sobre las tropas por lo que fue nombrada capitana. Juana manda hacer una bandera blanca con los nombres de Jesús y de María y al frente de diez mil hombres se dirige hacia Orleans. Animados por la joven capitana, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes y liberaron Orleans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también.
Juana nunca luchó ni hirió a nadie, pero al frente del ejército iba de grupo en grupo animando a los soldados. Ella varias veces fue herida en las batallas. Después de sus resonantes victorias, logró Santa Juana que el rey Carlos VII aceptara ser coronado como jefe de toda la nación.
Captura de la Santa
Pero comenzaron a aparecer personas llenas de envidia y entonces comenzó una época de sufrimiento para Juana. Hasta entonces había sido considerada una heroína nacional pero la traición llegó de los mas allegados al rey y del mismo Carlos VII que por miedo a que ella llegara a ser importante, retiró las tropas que la acompañaban mientras se dirigían a París, la última ciudad por recuperar. Juana sola contra el ejército, fue herida y capturada y encarcelada en Borgoña.
Los ingleses querían tenerla en la cárcel de ellos, por lo que pagaron más de mil monedas de oro a los de Borgoña para que se la entregaran y así sentenciarla a cadena perpetua.
Juana recibió muchas humillaciones y sufrimiento por parte de los ingleses, ella una vez dijo: «Esta cárcel ha sido para mí un martirio tan cruel, como nunca me había imaginado que pudiera serlo«. Pero ella seguía rezando con fe y decía que sí había oído las voces del cielo y que todo lo que había hecho por salvar a su patria, había sido por voluntad de Dios.
Fallecimiento de Santa Juana de Arco
Los ingleses la trataron como bruja ya que decían que mediante brujería había ganado aquellas batallas. Ella pidió comunicarse con el Papa y decía que sería el único que la juzgara, pero nadie la ayudo por lo que fue juzgada solo por sus enemigos. Y aunque Juana declaró muchas veces que nunca había empleado brujerías y que era totalmente creyente y buena católica, fue sentenciada al peor martirio de la épica, ser quemada viva. Encendieron una gran hoguera y la amarraron a un poste y la quemaron lentamente.
Murió rezando y su mayor consuelo era mirar el crucifijo que un religioso que estaba observando todo y se encomendó a Nuestro Señor. Invocaba al Arcángel San Miguel, al cual siempre le había tenido gran devoción y pronunciando por tres veces el nombre de Jesús, entregó su espíritu, esto sucedió el 29 de mayo del año 1431. Tenía apenas 19 años. El Papa Calixto III nombró una comisión de juristas, los cuales declararon que la sentencia de Juana fue una injusticia. El rey de Francia la declaró inocente y el Papa Benedicto XV la proclamó santa.
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