Biografía de San Leonardo de Puerto Mauricio – 26 de noviembre
San Leonardo fue proclamado por la Iglesia como Patrono de los misioneros entre fieles, por la orientación particular que dio a su apostolado y por la amplitud de su obra misionera, que se extendió a todas las ciudades de la península italiana.
Historia de San Leonardo de Puerto Mauricio
Leonardo nació en Puerto Mauricio en Liguria, Italia en el año 1676 y fue bautizado con el nombre de Pablo Jerónimo. El joven Pablo asistía en Roma al colegio gregoriano. Siendo aún joven, entró en la Orden de los Hermanos Menores, proponiéndose desde el noviciado imitar lo más fielmente posible la vida del fundador de tan grande orden, San Francisco de Asís. Esto lo logró perfectamente, sobre todo en la penitencia que llegaba al heroísmo, en la altísima contemplación y en el celo apostólico.
Gran Misionero en su Tierra Natal
Leonardo fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre del año 1702. Pasaba su vida estudiando y orando, pues fue nombrado profesor de filosofía de los clérigos del convento San Buenaventura al Palatino. Luego que cayera enfermo de tuberculosis debió abandonar este oficio y los médicos lo enviaron para que descansara en su tierra natal en las playas de la Liguria. Mientras la ciencia se mostraba inútil, él se dirigió a la Santísima Virgen y le prometió que, si se curaba, dedicaría todas sus energías a la predicación de misiones en su nación.
Una vez fue curado, cumplió su promesa y por más de 40 años se dedicó a la predicación con unos excelentes resultados para las almas, escogiendo como temas las grandes verdades cristianas, una vez más, siguiendo el mismo camino que siguió Francisco. Ya desde su sola presentación, su figura era una predicación: austero, delgado y ardiente en fe y amor.
Gran Propagador de la Devoción al Vía Crucis
La retórica de San Leonardo, muy acorde con la época, no rehuía los signos exteriores que golpearan y movieran a la contrición, a las lágrimas, a la abundancia de los afectos. En este clima se sitúa la gran devoción del Vía Crucis, del cual fue el más eminente y convencido propagador y del cual difundió numerosos cuadros. Dejó algunas obras escritas, desde simples propósitos, hasta obras de ascética y de predicación.
Un Gran Misionero Franciscano
La característica principal de San Leonardo fue su predicación que se le notaba mucho la tragedia y el drama. Grandes cantidades de personas acudían a escucharlo y quedaban impresionadas por sus sabias palabras, que llamaban a la penitencia y a la piedad cristiana. San Alfonso María de Ligorio decía: “Es el más grande misionero de nuestro siglo”. Con frecuencia el auditorio entero durante sus predicaciones prorrumpía en sollozos. Predicó en toda Italia, pero la región más frecuentada fue la Toscana, a causa del jansenismo, que él quería combatir ante todo con el ardor de su corazón, luego con sus temas más eficaces, a saber, el del nombre de Jesús, de la Virgen y el Via Crucis.
En una misión suya en Córcega, los bandidos de esta isla atormentada por la delincuencia, comenzaron a gritar: “¡Viva fray Leonardo, viva la paz!”, ya habían dejado el mal camino gracias a aquel fraile franciscano.
Fallecimiento de San Leonardo
Consumido por las fatigas misioneras, fue llamado finalmente a Roma, donde, con sus apasionadas predicaciones, a las cuales asistía hasta el Papa, preparó el clima espiritual para el jubileo de 1750. En aquella ocasión erigió el Via Crucis en el coliseo, declarando sagrado aquel lugar santificado por la sangre de los mártires. Luego se trasladó a predicar en la región de Bolonia; la misión de Monghidoro fue su último trabajo. Regresó a Roma, y el 26 de noviembre de 1751, a los 75 años de edad, concluyó su vida de auténtico misionero en San Buenaventura al Palatino. Para controlar a la multitud que quería ver al Santo y llevar reliquias suyas, fue necesario emplear soldados. “Perdimos un amigo en la tierra, dijo el papa Lambertini, pero ganamos un Santo en el cielo”.
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