Biografía de San Jeremías Profeta – 1 de mayo
En el Antiguo Testamento los profetas están divididos en dos clases: Los profetas mayores, que son los que redactaron escritos más largos. Estos son Isaías y Jeremías, Ezequiel y Daniel. Los profetas Menores, los que redactaron escritos más breves. Estos son 12. Por ej. Oseas y Miqueas. Sofonías, Zacarías, Abdías y Malaquías, Joel y Amos, etc. El santo que recordamos hoy, Jeremías pertenece al grupo de los Profetas Mayores.
Historia de San Jeremías Profeta
El nombre del profeta Jeremías significa: «Dios me eleva».
Vivía en Anatot un pequeño pueblo cercano de Jerusalén, en la finca de sus padres, cuando fue llamado por Dios a profetizar. Jeremías se resistía aduciendo como excusa que él era demasiado joven y débil para este oficio tan importante y Dios le respondió: «No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque Yo iré contigo y te ayudaré».
Los primeros 17 años profetizó solo por medio de la palabra hablada. Después empezó a dictar sus profecías a su secretario Baruc, y lo que le dictó son los 52 capítulos del Libro de Jeremías en la Biblia.
Empezó a profetizar durante el reinado del piadoso rey Josías, aproximadamente en el año 627 antes de Cristo. Siguió profetizando durante los reinados de Joacaz, Joaquín, Jeconias y Sedecías. Presenció la destrucción de Jerusalén y su templo en el año 585 antes de Cristo y se quedó en la ciudad destruida consolando y corrigiendo a los israelitas que allí habían quedado. Estas personas a quienes apoyó, lo obligaron luego a irse con ellos a Egipto y allá lo mataron a pedradas porque les corregía por sus pecados. Quizás Jesús pensaba en Jeremías cuando decía: «Oh Israel que apedreas a los profetas que te son enviados» (Lc. 13,34).
Uno de los Prefetas Mayores
El principal problema para Jeremías fue que la gente no lo comprendió ni le quiso hacer caso. De los cinco reyes en cuyo tiempo tuvo que vivir, sólo uno le hizo caso: fue el piadoso rey Josías, que se propuso restaurar la religiosidad en todo el país y se dejó ayudar de Jeremías para entusiasmar al pueblo por Dios. Los otros cuatro lo despreciaron y no quisieron atender a los avisos que él les deba en nombre de Dios.
El rey Joaquín quemó las profecías que había mandado escribir Jeremías, y este tuvo que pedir que las escribieran otra vez. En tiempos del rey Sedecás encarcelaron al profeta y lo metieron en un pozo muy profundo lleno de lodo, en donde el profeta casi muere y se cree que probablemente estar allí en tanta humedad debió afectarle mucho la salud.
Fueron muchas las ocasiones las que fue amenazado de muerte si seguía profetizando en contra de la ciudad y los gobernantes. Pero Dios le anunció: «Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti«. Jeremías no se acobardó y siguió predicando.
El oficio de este profeta era anunciar al pueblo y a sus gobernantes que, si no se convertían y arrepentían de sus pecados, tendrían muchos castigos y la ciudad sería destruida y ellos muertos o llevados al destierro. Esto lo gritaba él continuamente en el templo, en las calles y en las plazas. Pero las personas se burlaban y seguían portándose tan mal como siempre.
El Profeta Incomprendido
Muchas veces Jeremías clamaba a Dios diciendo: «Señor, estoy cansado de hablar sin que me escuchen. ¡Todos se burlan de mí! Cuando paso por las calles se ríen y dicen: ‘Allá va el de las malas noticias‘. ¡Miren al que regaña y anuncia cosas tristes! ¡Señor me propongo decirles cosas amables y Tu en cambio pones en mis labios anuncios terroríficos!».
Se cuenta que el profeta Jeremías fue en la antigüedad el que más se asemejó a Jesús en sus sufrimientos y en ser incomprendido y perseguido. Solamente después de su muerte reconoció el pueblo la gran santidad de este gran profeta. Y cuando todas sus profecías se iban cumplido al pie de la letra, se dieron cuenta de que sí había hablado en nombre de Dios.
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