Biografía de San Francisco Solano – 14 de julio

Uno de los mayores evangelizadores que pudo tener el continente americano en sus primeros siglos luego de la colonización europea. Abogó por los indigenas y esclavos ante las leyes absurdas de los colonizadores.

Historia de San Francisco Solano

Francisco Solano, conocido también como el San Francisco Javier de las Indias Occidentales, el apóstol de América del Sur o el taumaturgo del nuevo mundo, nació en Montilla, España, el 10 de marzo del año 1549. Era hijo de Mateo Sánchez Solano y de Ana Jiménez, familia noble y acomodada. Cuando tenía veinte años vistió el hábito franciscano en el convento de San Lorenzo de Montilla, profesó el 25 de abril de 1570. Siempre fue austero en la observancia regular, continuó sus estudios de filosofía y teología en el convento de Sevilla.

Celebró su primera Misa el 4 de octubre del año 1576 y 5 años después, fue nombrado maestro de novicios en el convento de Arrizafa. Al desencadenarse la peste bubónica en la ciudad de Montoro, se ofreció como voluntario para asistir a los enfermos y después fue elocuente y muy apreciado predicador popular y apóstol entre los enfermos y encarcelados.

Misión en América

Para rehuir la veneración del pueblo pidió ir como misionero a África, pero la obediencia lo destinó al nuevo continente, a América. El 28 de febrero de 1589 con once cohermanos se embarcó y llegó a Cartagena, Colombia, de allí prosiguió hasta Nombre de Dios, en Panamá, región que atravesó a pie para llegar a las costas del Pacífico. En 1589, navegando hacia Perú, después de un horrible naufragio frente a la isla de Gorgona, Colombia, conservados salvos todos los náufragos, entre ellos 80 esclavos de color, se constituyó en padre y protector de aquellos náufragos y convirtió y bautizó a los esclavos. Tres meses más tarde fueron recogidos por otra nave y transportados a Paita, en el norte del Perú.

Al llegar a Lima fue destinado a Tucumán, a tres mil kilómetros de distancia; atravesó los Andes a pie y en una pobre cabalgadura. En Tucumán fundó las misiones, de las cuales fue párroco misionero, ejerciendo un difícil, pero fecundo apostolado entre los indígenas, de los cuales se constituyó en evangelizador, civilizador, pacificador y defensor, favorecido varias veces con el don de lenguas.

Entre sus actuaciones es célebre la pacificación de los indios salvajes el jueves santo del año 1591. Se le atribuyen 200.000 conversiones y bautismos de paganos. En 1592 fue nombrado custodio visitador de las misiones del Tucumán. En 1595 fue nombrado guardián del convento de Santa María de los Ángeles en Lima. En el año 1602 fue hecho guardián de Trujillo.

Fue un gran predicador enérgico e inspirado, recorrió las calles y las plazas de las ciudades con el crucifijo en la mano. Suscitaba tal conmoción que fueron numerosas las conversiones. Siempre estaba alegre, recurría a menudo a la música de su violín para descanso espiritual suyo, de sus cohermanos y especialmente de los indígenas.

Fallecimiento de San Francisco Solano

Dos Santos de nombre Francisco marcaron en Oriente y Occidentes dos puntos cardinales de la acción misionera por medio de la predicación del verdadero cristianismo, no el de los gobernantes ni el de los mercaderes, de los explotadores y esclavistas. Lo que hizo San Francisco Javier en las Indias Orientales, lo hizo San Francisco Solano en las Indias Occidentales. San Francisco Solano murió santamente en Lima el 14 de julio del año 1610 cuando tenía 61 años de edad, mientras sus cohermanos, a petición suya, cantaban el Credo.

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