Biografía de San Damián de Molokai – 10 de mayo
Santo muy querido en Hawái por su servicio a los enfermos de Lepra.
Historia de San Damián de Molokai
Jozef de Veuster nació el 3 de enero del año 1840, en Tremeloo, Bélgica, más tarde su nombre fue cambiado por Damián. Cuando era niño en la escuela ya gozaba haciendo como obras manuales, casitas como la de los misioneros en las selvas. Tenía ese deseo interior de ir un día a lejanas tierras a misionar.
Cuando ya había crecido un poco, un día fue arrollado por una carroza, y se levantó sin ninguna herida. El médico que lo revisó dijo: «Este muchacho tiene energías para emprender trabajos muy grandes«.
Una Gran Santidad desde Niño
Cuando sólo tenía 8 años de edad dispuso irse con su hermanita a vivir como ermitaños en un bosque solitario para dedicarse a la oración. El susto de la familia fue grande cuando notaron la desaparición de ambos niños. Afortunadamente unos campesinos los encontraron y los devolvieron a casa. La mamá se preguntaba: ¿qué será lo que a este niño le espera en el futuro?
Desde muy joven tuvo que trabajar duramente en el campo para ayudar a sus padres que eran muy pobres. Este trabajo le dio una gran fortaleza y lo hizo tener habilidades en muchos trabajos de construcción, de albañilería y de cultivo de tierras, lo cual le sirvió mucho en la isla lejana donde más tarde iba a misionar.
Cuando tenía 18 años lo enviaron a Bruselas a estudiar, pero los compañeros se le burlaban por sus modos campesinados que tenía de hablar y de comportarse. Al principio aguantó con paciencia, pero un día, cuando las burlas llegaron a extremos, agarró por los hombros a uno de los que más se burlaba de él y con su cuerpo derribó a otros cuatro. Todos se rieron, pero desde entonces ya le tuvieron respeto y, pronto, con su amabilidad se ganó las simpatías de sus compañeros.
Ingreso a la Comidad de los Padres Franceses
2 años después escribió a sus padres pidiéndoles permiso para convertirse en religioso de la comunidad de los sagrados Corazones. Su hermano Jorge se burlaba de él diciéndole que era mejor ganar dinero que dedicarse a ganar almas.
Muchas veces se arrodillaba ante la imagen del gran misionero, San Francisco Javier y le decía al santo: «Por favor alcánzame de Dios la gracia de ser un misionero, como tú«. En esos días, sucedió que a otro religioso de la comunidad le correspondía ir a misionar a las islas de Hawái, pero se enfermó, y los superiores le pidieron a Damián que fuera el quien tomara esta importante misión. San Damián era lo que más deseaba.
Su Gran Misión en Hawái
En el año 1863 zarpó hacia su lejana misión y en el viaje se hizo muy amigo del capitán del barco, el cual le dijo: «yo nunca me confieso. soy mal católico, pero le digo que con usted si me confesaría». Damián le respondió: «Todavía no soy sacerdote, pero espero un día, cuando ya sea sacerdote, tener el gusto de absolverle todos sus pecados«. Años despupes esto se cumplió así como lo dijo el santo.
Poco después de llegar a Honolulú, fue ordenado sacerdote y enviado a una pequeña isla de Hawái. las Primeras noches las pasó debajo de una palmera, porque no tenía casa para vivir. Casi todos los habitantes de la isla eran protestantes. Con la ayuda de unos pocos campesinos católicos construyó una capilla con techo de paja; y allí empezó a celebrar y a catequizar. Luego se dedicó con tanto cariño a todas las personas, que los protestantes se fueron pasando casi todos al catolicismo.
Fue visitando uno a uno todos los ranchos de la isla y acabando con muchas creencias supersticiosas de aquellos lugares y reemplazándolas por las verdaderas creencias. Llevaba medicinas y lograba la curación de muchos enfermos, pero había una enfermedad con la que luchó mucho, la lepra.
Las Isla Maldita de Molokai
Como en las islas de Hawái había muchos leprosos, los vecinos obtuvieron del gobierno que a todo enfermo de lepra lo desterraran a la isla de Molokai. Esta isla se convirtió en un infierno de dolor sin esperanza. Los enfermos, perseguidos en cacerías humanas, eran olvidados allí y dejados sin auxilios ni ayudas a espera de la muerte. Para olvidar sus penas se dedicaban los hombres al alcoholismo y los vicios y las mujeres a toda clase de supersticiones.
Al darse cuenta de esto, el Padre Damián le pidió al Obispo que le permitiera irse a vivir con los leprosos de Molokai. Al Monseñor le parecía casi increíble esta petición, pero le concedió el permiso y partió Molokai San Damián.
En 1873 llego a la isla de los leprosos, antes de partir había dicho : «Sé que voy a un perpetuo destierro, y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo«. Los leprosos lo recibieron con inmensa alegría. La primera noche tuvo que dormir también debajo de una palmera, porque no había habitación preparada para él. Luego se dedicó a visitar a los enfermos. Morían muchos y los demás se hallaban desesperados.
Molokai, un Paraíso para los Leprosos
El Padre Damián empezó a crear fuentes de trabajo para que los leprosos se mantuvieran distraídos. Luego organizó una banda de música. Fue recogiendo a los enfermos más abandonados, y él mismo los atendía como haciendo el trabajo de enfermero. Enseñaba reglas de higiene y poco a poco transformó la isla convirtiéndola en un sitio agradable para vivir.
Empezó a escribir a naciones extranjeras, especialmente a Alemania, y desde allá le llegaban grandes donativos. Varios barcos desembarcaban alimentos en las costas, los cuales el misionero repartía de manera equitativa. Y también le enviaban medicinas, y dinero para ayudar a los más pobres. Hasta los protestantes se conmovían con sus cartas y le enviaban donativos para sus leprosos.
Como la gente creía que la lepra era contagiosa, el gobierno prohibió al Padre Damián salir de la isla y tratar con los que pasaban por allí en los barcos. El sacerdote llevaba años sin poder confesarse. Entonces un día, al acercarse un barco que llevaba provisiones para los leprosos, el santo sacerdote se subió a una lancha y casi pegado al barco pidió a un sacerdote que allí viajaba, que lo confesara, y a gritos hizo desde allí su única y última confesión, y recibió la absolución de sus faltas.
Como las personas no tenían casi dedos, ni manos, el Padre Damián les hacía él mismo el ataúd a los muertos, les cavaba la sepultura y fabricaba luego como un buen carpintero la cruz para sus tumbas. Preparaba sanas diversiones para alejar el aburrimiento, y cuando llegaban los huracanes y destruían los pobres ranchos, él en persona iba a ayudar a reconstruirlos.
San Damián Se Contagia de Lepra
El santo para no demostrar desprecio a sus queridos leprosos, aceptaba fumar en la pipa que ellos habían usado, los saludaba dándoles la mano, compartía con ellos en todas las acciones del día. Lo que tarde o temprano tenía que suceder, sucedió, el padre Damián se contagió de la lepra y se dio cuenta de una forma inesperada.
Un día metió el pie en una vasija que tenía agua caliente y él no sintió nada. Entonces se dio cuenta de ya tenía la enfermedad. Enseguida se arrodilló ante un crucifijo y exclamó: «Señor. por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepté esta terrible realidad. La enfermedad me ira carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el cielo«.
La enfermedad se fue extendiendo rápidamente por su cuerpo. Los enfermos comentaban: «Qué elegante era el Padre Damián cuando llegó a vivir con nosotros, y que deforme lo ha puesto la enfermedad«. Pero él les decía: «No importa que el cuerpo se vaya volviendo deforme y feo, si el alma se va volviendo hermosa y agradable a Dios».
Poco antes de que el gran sacerdote muriera, llegó a Molokai un barco. Era el del capitán que lo había traído cuando llegó de misionero. En aquél viaje le había dicho que con el único sacerdote con el cual se confesaría sería con él y ahora, el capitán venía expresamente a confesarse con el Padre Damián. Desde entonces la vida de este hombre de mar cambió y mejoró notablemente. También un hombre que se había dedicado a escribir calumnias sobre el santo sacerdote llegó a pedirle perdón y se convirtió al catolicismo.
Fallecimiento de San Damián
El 15 de abril de 1889 «el leproso voluntario», el Apóstol de los Leprosos, voló al cielo a recibir el premio tan merecido por su admirable caridad.
En 1994 el Papa Juan Pablo II, después de haber comprobado milagros obtenidos por la intercesión de este gran misionero, lo declaró beato, y patrono de los que trabajan entre los enfermos de lepra. El 11 de octubre del año 2009 fue canonizado por el Papa Benedicto XVI.
Su fiesta es celebrada el 15 de abril en Hawaii y en el resto del mundo y de la iglesia católica es recordado el 10 de mayo.
Más Sobre San Damián de Molokai
Encuentra más información sobre San Damián de Molokai a en nuestra página.