Biografía de San Blas – 3 de febrero
Uno de los santos más conocidos por su increíble intercesión en los problemas de garganta.
Historia de San Blas
Era un médico sin igual, con un talento único para la medicina, el santo se aprovechaba de esto para poder hablarles a sus pacientes acerca de Jesús y la santa religión. De esta forma consiguió muchos nuevos cristianos.
Luego de un tiempo, se ganó el cariño de las personas por lo que lo eligieron para que fuera el nuevo obispo de Sebaste, Armenia.
La Gran Persecución Contra los Cristianos
En esos años comenzó la gran persecución realizada por Diocleciano, por lo que San Blas se fue a esconderse en una cueva de la montaña y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos, durante la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Las antiguas leyendas cuentan que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba, estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.
Los cazadores molestos en venganza, encarcelaron al santo. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las personas, incluso los no cristianos salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
Martirio de San Blas
El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos enfermos que lo miraban pasar.
Los Milagros de San Blas
Entre todas esas curaciones, hubo una que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su pequeño hijo agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al niño que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado. Por este milagro es que se extendió la intercesión a San Blas cuando alguien come pescado y se atora con una espina.
A San Blas Le cortaron la cabeza en el año 316. Después de su muerte comenzaron a suceder muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban y pedían su intercesión. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las personas le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: «Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta«. Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: «San Blas bendito, que se ahoga el angelito».
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